Compraron el bar a unos chinos. "Mira, el mundo al revés", dice Laura Albéniz, feliz propietaria del restaurante Santornemi (sic). Los propietarios del recomendable Mito se jubilaron, y desde entonces ella y su hermano Álvaro en la sala, y su marido Santi en la cocina, trabajan en el número 17 de la avenida de Sarrià. No son unos recién llegados: Santi fue el cocinero del Gelida durante diez años, donde ella y Álvaro estuvieron siete en la sala: tenían las llaves del templo del desayuno de tenedor de Barcelona, vaya. Querían poner casa propia para Sant Antoni, "pero como aquello es Beverly Hills, de precios, aquí estamos" (a ocho minutos en carril bici del Eixample, si pedaleas, deporte predilecto de la clientela de los desayunos de tenedor, que aquí sirven a partir de las 8 de la mañana, sábados a las 9).
Esto es una casa de comidas sin menú, de las de hacer carta por 15 o 20 euros, en la línea del Portolés, Can Vilaró y, claro, el Gelida. Una casilla, la de la cocina catalana a precios populares, en retroceso. "Estamos sirviendo comida normal, no ponemos gambas o filete. ¿Cómo te pueden cobrar unas lentejas a 10 euros? ¡Basta de estafar a la gente! ", se lamenta Laura. Como hacen en San Juan, dignifican la comida cotidiana haciéndolo todo desde cero. Pido un trío de ases: unos buñuelos de bacalao finísimos (5 euros) con unas láminas de berenjenas de enlucido etéreo, unas albóndigas con sepia impecables y abundantes (7 euros) y una esqueixada de bacalao (6'5 euros) suave y afinada de sal, que desarma todos los tártaros de salmón. Los dos hermanos son de Pamplona y eso se nota en un surtido de quesos y pimientos de cristal y espárragos cuando es temporada.
Cuesta decidirse entre la nutrida carta y los platos del día, como garbanzos con calamares. En lugar de boquerones, la barra expone los pasteles que hace Laura. Y el arroz es los sábados. Todo es bueno y bien de precio, desde los postres hasta el pan, que tiene un destino manifiesto, que lo mojen!