¿Sois de los de 'cuanto más grande, mejor'? ¿Os hacen vibrar las comuniones de rock de estadio al estilo Springsteen/U2 más que un concierto íntimo? En este caso, os interesa nuestra selección de restaurantes de grandes dimensiones: macroespacios donde el tamaño juega a favor de comer bien, bueno y rápido, y no al revés.
A primera vista, el Ajoblanco lleva a pensar: “Vaya, otro local de tapas finas y barroquismo made in Lázaro-Rosa Violán (rey del interiorismo gastro, colonizador de Enric Granados)”. Sí i no. El local es solemne, eclesial. Pero los platos no engañan y están en una línea de calidad-precio que en esta zona cuesta de encontrar. “Nos hemos asegurado que todo esté bueno, que tenga su gracia, pero no disfrazamos nada. Que hable el producto”, dice Kate Preston, la propietaria. Tiene memoria histórica racional (de ración): ella y su marido recorrían las barras del Gòtic a finales de los 90, y recuerda bien “cuando se calentaban las cosas en el microondas, veías todos los fritos amontonados, no se cocinaba al momento”.
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