Para cruzar la calle de Montcada, hay que ir de perfil y dejar el bolígrafo en la entrada. Y cuando el Museo de las Culturas del Mundo entre en acción, quizá habrá que habilitar una tirolina para los locales. Ahora bien, el tramo final de la arteria del Born tiene dos poderosas razones para meter codo para abrir el mar Rojo turístico. Una, novedad, es la apertura de la Bodega la Puntual (Montcada, 22). La segunda razón en cierto modo también es novedad: porque aunque Dani Rueda abrió su local hacer cuatro año, quizá para el barcelonés una barra en el Born que se llame Tapeo causa desconfianza instintiva. Mal hecho. A primera vista, la gesta más superficial de Rueda -fue jefe de cocina en el Tapaç24- es dar bien de comer y rápido en el Born por unos 20 euros.
Ahora que es tendencia comer en el bar, Rueda rechaza la etiqueta gastrobar: "He pasado las vacaciones en Andalucía y allí los bares de tapas son bares de tapas. Allí esto del gastrobar no funcionaría, y aquí quizá ha funcionado demasiado". Como dice él, "la sal y la alegría está en la barra, el taburete alto y un servicio rápido". En el Tapeo encontraréis todo esto. En el lado estratégico de la barra, Rueda blande la sartén, lo controla todo y gracias a una puesta en escena trabajadísima, los platos salen con un intervalo de cinco o seis minutos.
Tapas psicoestéticas
En la carta del Tapeo encontraos la explotadísima pentalogía de rusa-bravas-croquetas-buñuelos-bomba ("hay que hacerlas, aunque esté harto") pero sobre todo dos apartados, Clásicos del Tapeo y Tradición Catalana, que, expandidos y con la mesa puesta, darían para montar un restaurante cojonudos de cocina catalana.
Rueda, que aprendió a cocinar en La Dama, ha puesto en práctica "las clases de psicoestética aplicada a la cocina que impartía Josep Bullich", explica: el bicho entero, diseccionado y relleno, te lo comes de pies a cabeza.
Un formidable y delicioso ejemplo son los calamares a la catalana, rellenos con el sofrito, que son el plato más caro del restaurante, 12 euros (nada del otro mundo en un barrio donde, si miras las cartas, te encuentras con barbaridades como un cubano que vende ropa vieja a... ¡15 euros!). "Si te fijas -rememora Rueda-, todo eso de los restaurantes de fusión en el Born ya se ha acabado. El éxito de este negocio es que, por mesa, una pareja se pueda gastar entre los dos 30 euros y otra 80, pero tirando la casa por la ventana". Un puerro confitada y a la plancha, con olivada, espectacular y entero, también demuestra que el ideal psicoestético se puede aplicar a las verduras.
Vale la pena reservar la sala del fondo a la derecha, escondida, donde se puede estar con calma. Es donde se disfruta mejor de oficio de Rueda, tradición catalana con pequeños toques de innovación, que nunca esconden la receta madre, con platos como unos canelones de butifarra rustida y setas o pollo de corral con soja y jengibre. Otro motivo para acercarse es el pellizco de nostalgia placentera cuando te das cuenta que estás comiendo donde estaba el Pizza Nostra, añorado pionero de la pizza al corte, donde todo barcelonés que tenga más de treinta años habrá cenado alguna vez.
Me siento en la barra antes de la una y ya hay cuatro asiáticos madrugadores. "Estamos luchando para trabajar con gente de aquí, y los que cocinan para gente de aquí se matan para atraer al turista", reflexiona Rueda. Y yo pienso que el japonés que tenga contacto por primera vez con la tapa de esta barra, ya se puede dar con un canto de una piedra del monte Fuji. Porque si lo hace en la Rambla, quizá pensará que es la cocina de una galaxia diferente.