Bares con tapa gratis en Barcelona

La caña Moritz del Gata Mala es de doctorado Honoris Causa. Vale la pena visitar esta lata de sardinas solo por probar sus probetas de cebada catalana, pero también ayuda que con la cervecita te regalen una tapa. Y no hablo de patatas fritas de bolsa o fuet reseco. Aquí os pondréis las botas: los platos en miniatura son buenos de verdad. Tendréis que utilizar los codos para haceros fuertes en un rincón de la barra. Y qué barra: de sus entrañas no paran de salir tapas deliciosas para la Hermandad de la Caña Afterwork. Mientras esperáis el regalo y saboreáis la birra, podéis pasar el tiempo viendo las fotos y las delicias pictóricas que adornan el local.

Este gallego regentado por una familia es uno de los tesoros mejor guardados del barrio de Sants. Más allá de un menú muy competente, en Casa Mayo os servirán un pincho de calidad con cada caña que pidáis. Su decoración austera y sencilla esconde buen producto fresco y un camarero –David– que os tratará como si fuerais de la familia. ¡No dejéis de probar ni el lacón ni el pulpo a la gallega!

Donde antes estaba el restaurante Punx, Daniel Brin ha abierto su propio bistrot. Nacido en Perpiñán pero barcelonés desde hace siete años, Brin se propuso abrir un espacio donde poder disfrutar de buena cocina francesa a un precio asequible. El paté artesano, la ‘quiche’ o la ‘cocotte’ son dignas de mención, pero también las carnes, que se deshacen en la boca. Por cada caña que pidáis (1,50€) os regalarán diferentes tapas, que van desde una sencilla tostada de jamón o queso hasta propuestas de autor como el paté de anchoa.

Combinación interesante: La Xula Taperia mezcla la efervescencia madrileña de la caña y tapa -con cada bebida ponen un bocado gratis- con la cocina creativa. Sus cañas están tiradas de una manera inmejorable, y las tapas se asimilan a la cocina creativa en pequeño formato y ánimo muy informal. ¿Ejemplos? La torta con tataki de atún y mostaza o el burrito de 'pringá' -la carne del asado andaluz-, espinacas y queso.

El rey de Le Cucine Mandarosso es Pietro Leonetti, un chico con gafas de pasta, pendientes y barba que decidió montar un restaurante italiano con Anna, una compañera de la facultad. Como buen espíritu inquieto, Pietro no podía conformarse con el típico restaurante de pizza o pasta y manteles de cuadros, así que montó un restaurante donde cada día se ofrecen cosas diferentes. Los domingos por la noche podréis disfrutar de un genial aperitivo italiano completamente gratis con vuestra bebida.

Lo cierto es que este espacio tiene una virtud que otros locales ni huelen: ha conseguido encontrar un punto de equilibrio perfecto entre alma retro y espíritu futurista. La combinación funciona, porque en vez de ir a lo grande y caer en los tópicos de la escena 'cool', se centra en pequeños detalles que dejan un sabor muy agradable. Uno de estos detalles son las tapas que ofrecen con las consumiciones. Por la tarde y la noche, os regalarán diferentes propuestas para picar con vuestra bebida, como por ejemplo una croqueta de calamar con tinta que os hará la boca agua solo con verla.