1. Una ‘catedral’ bajo el Poblenou
Un extenso y espectacular espacio de bóvedas conectadas y recubiertas de baldosas de color verdoso se abre ante los ojos de los visitantes del sótano de la fábrica Can Waldes en el Poblenou. La actual cooperativa se dedica a fabricar elementos metálicos para ropa, como botones o remaches. El sótano es una especie de catedral, con decenas de habitáculos que originalmente no estaban conectados, ya que fueron construidos como depósitos para una industria de aceite que finalmente no prosperó. Fue entonces, en 1924, cuando Can Waldes abrió de la mano del empresario checo Jindrich Waldes, en plena expansión por Europa del negocio de piezas metálicas. Waldes, judío, fue detenido en 1940 e internado en un campo de concentración. Su familia logró liberarlo y trasladarlo a los Estados Unidos, pero murió durante el viaje.