Si dentro de ochenta años alguien de la generación Z tiene tiempo, espacio y ganas, quizás coge un local de Sants y lo llena con más de 250 'smartphones', tal y como Bernabé lo ha hecho con máquinas de coser. Habrá una diferencia clave: la obsolescencia programada hará que nuestros móviles, por muy inteligentes que sean, en ochenta años ya no funcionen. En cambio, las máquinas de coser que colecciona Bernabé funcionan todas.
Las conserva tal y como las encontró, y las ha reparado para que todas funcionen, incluso la más antigua, que es de 1860 y fabricada en Barcelona. Ahora tiene 250 máquinas, y su preferida es, sin duda, la que utilizaba su madre.Además, también arregla las máquinas de la gente del barrio que lo solicita. "