Radiografía rápida del típico enfermo de running contemporáneo: el flipado que está todo el día presumiendo de las calorías quemadas en el entrenamiento matinal o del tiempo que quiere hacer en la carrera del domingo. Todo muy masculino. Pues resulta que si las carreras de Barcelona han crecido ha sido, en parte, gracias a ellas. Las corredoras cogen velocidad, y reclaman información especializada.
La maratón, la carrera, la zapatilla. ¡Incluso el sudor es femenino! El running tiene su lado sensible, pero lo ha escondido durante demasiados años bajo la capa de adrenalina de tantos hombres empeñados en llegar, cueste lo que cueste, por delante del corredor de al lado. Poco a poco, la presencia cada vez más grande de mujeres en las carreras que se hacen en la ciudad hace visible otra forma de entender el deporte. La demanda crece, y por eso un grupo de profesionales de la ciudad han creado una web de recursos para las deportistas que buscan información especializada.
Mentalidad: disfrutar por encima de todo
La Cursa de la Dona es, en octubre, la muestra más visible de esta tendencia. Pocas carreras son tan festivas como esta. "La mujer no busca tanto el éxito deportivo -aunque también -, sino que persigue una mejora personal, un triunfo interno". Nos lo explica la psicopedagoga Iolanda López, ella misma runner con pedigrí y autora de un libro ideal para las runners. Esto puede explicar que hasta hace poco no hubiera tantas mujeres en las carreras. Ahora, son una excusa para encontrar tiempo para entrenar. Y, a la hora de afrontarlas, "la mujer piensa sobre todo en cómo se quiere sentir cuando la acabe, más que en el cronómetro".
Los entrenamientos son, pues, mucho más que el sufrimiento necesario para ponerse en forma y hacer un buen tiempo. La mujer los sabe disfrutar y quiere, sobre todo, hacerlos en grupo. Comunidades como Running Girls han crecido mucho en los últimos años. Correr es una oportunidad de socializar, divertirse compitiendo.
Físico: flexible y estresada
Las lesiones no son unisex, no. Las ventajas y los riesgos están bien repartidos por sexos. Los conoce muy bien la doctora Eva Ferrer Vidal-Barraquer, tal como explica en su libro, donde incluye un capítulo específico para las corredoras.
Hay que tener en cuenta, por ejemplo, que el corazón es más pequeño -como los pulmones- y que en la sangre hay menos hemoglobina. Por lo tanto, cuesta más oxigenar los músculos y el esfuerzo cardíaco tiene que ser más grande. En contra, las reservas de grasa específica permiten al cuerpo reservar el valioso glucógeno -la pasta que habéis comido el día de antes de una carrera- para los momentos realmente críticos.
A la hora de evitar lesiones, el cuerpo está lleno de señales. La densidad ósea es menor -y, además, se reduce con la menopausia-, cosa que aumenta el riesgo de fractures de estrés, por petición del impacto en un punto del cuerpo. Además, las rodillas sufren por la anatomía de las piernas. Por si fuera poco, la flexibilidad del cuerpo femenino abre las puertas a las lesiones por inestabilidad articular, sobre todo en el tobillo.
Alimentación: agua y minerales
La base, aquí, es la misma que en el caso de los hombres: una dieta equilibrada y una buena hidratación dan todo lo que hace falta para afrontar los entrenamientos y las carreras con garantías. Pero. Como alerta la doctora Mariona Gummà -que también tiene un libro con buenos consejos-, hay un par de ingredientes básicos: calcio y hierro. El calcio, porque, como ya hemos dicho, los huesos sufren y hay que cuidarlos. Para evitar el riesgo de osteoporosis -y de lesiones, que es lo que importa aquí- hay que tomar cálceos o, en caso de intolerancia, frutos secos y pescado. El hierro, que ya os hace la puñeta a menudo, es especialmente importante antes de correr, ya que una anemia hará bajar el rendimiento de forma drástica. La carne de ternera y el marisco de cáscara son el mejor remedio.