Hace unos años les tomaban directamente por locos. Después, llamaban la atención. Y, hoy en día, casi les confunden entre la masa. Aun provocan el levantamiento de alguna ceja, pero los 'barefoot runners' ya no se sienten una especie extraña. Quizás sí que siguen colgándoles el cartel de excéntricos -o de frikis directamente-, pero lo cierto es que cada vez son más los conversos a esta nueva creencia. ¿Es una moda -capaz de provocar estudios en el INEFC –excentricismo o ha venido para quedarse?
La primera respuesta de los corredores descalzos es de manual: "¡Si siempre se ha hecho así! Se trata de correr por instinto, con nuestra parte animal. El ser humano, está claro, ha corrido durante mucho más tiempo con los pies desnudos -unos dos millones de años, con la aparición de los primeros cazadores- que con zapatos, pero esto no lo dice todo o no significa nada -¿a que construimos las casas con ladrillos y no salimos a cazar para comer carne?-. Second round.
Llegan los argumentos contundentes. Aquellos quienes corren sin zapatillas aseguran que así se lesionan menos, porque la cadencia del movimiento se hace más natural y el cuerpo sufre menos. Dicen que con calzado se entiende que llevan alzas. Su gran amigo es la cámara de aire. Responden con un "¡ha!" cuando alguien que corre calzado dice que tiene dolor de espalda.
Claro que también hay escépticos, como en toda moda -o religión-. Ahora que van perdiendo argumentos, suelen recurrir al "ya veremos en un tiempo". Pero en algo en lo que hay que darles la razón es que el 'barefoot' no es para todo el mundo, seamos sinceros. Y, aunque hayáis nacido para esto, es necesario empezar con calma. El primer día se recomienda no pasar de los 400 metros –400 metros, sí–, y dejar pasar 48 horas antes de correr 400 más. Si todo va bien, si las piernas, las articulaciones o la espalda no se quejan demasiado, os podéis atrever a completar un quilómetro. ¿Por qué? Pues porque la musculatura que utilizaréis será distinta, y daréis caña a partes del cuerpo que hasta hoy descansaban tranquilamente –casi atrofiadas– aunque hicierais maratones. En unas semanas podréis decir eso de "me duelen partes del cuerpo que no conocía".
Las mejores superficies son el césped o el pavimento sin rugosidades –¡todos al Fòrum!–. La arena de la playa no es apta para largas distancias, porque haríais trabajar demasiado las articulaciones. Cuando ya tengáis un poco de experiencia, os podéis atrever con caminos de tierra.
Os sorprenderéis de la cantidad de gente que se ha sumado a la moda antes que vosotros. Son tantos que las grandes marcas han reaccionado y creado calzado minimalista que imita el correr descalzo. Hay de transición –para acostumbrarse– y para todos los terrenos, incluso para montaña. Podéis encontrarlo en tiendas como 5 Dedos, Corro como Kiero o Correr Cómodo.
Como el comienzo puede ser difícil, podéis probar con grupos como los de Cross Zircuit, de la mano del experto Zaraski, o directamente con un entrenador personal.
También podéis recibir consejos de primera mano a través de la red social del Barefoot Tribe o The Barefooter, donde se encuentran pioneros, como David Lampón, que ya hace años que endurecen la planta de los pies a base de kilómetros.
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