Bar Lobo
© Iván Moreno
© Iván Moreno

Terrazas de invierno

Para salir al exterior de día y de noche

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La llegada del frío no debería ser una excusa para abandonar las terrazas. Os proponemos algunos escenarios privilegiados para almorzar, comer o tomar el vermut mientras disfrutáis del sol hivernal al aire libre. Y para los más nocturnos, os hemos seleccionado los espacios mejor acondicionados de la ciudad para pasar la noche en el exterior sin estornudos. No le tengáis miedo a la hipotermia: el espacio, las estufas y el calor humano os harán olvidar que estáis a la intemperie.

NO TE LO PIERDAS: Los restaurantes con las vistas más espectaculares de Barcelona. 

Terrazas de día

  • El Poble-sec

En una construcción hecha para la Exposición Universal de 1929 y en lo que se denomina un marco incomparable, este restaurante es un oasis de paz y naturaleza. De hecho, es tan evocador que te entran ganas de escribirles poemas a las servilletas y hacer dibujos en las facturas de la luz. Sirven menús a mediodía y por la noche abren sólo para grupos. En invierno la cafetería cierra a las seis de la tarde. Justo cuando empieza a caer el sol es hora de pensar en emigrar hacia tierras menos salvajes. Y entonces, claro, hay quien empieza a cantar la cancioncita. Quien lo hace, paga.

  • Sant Martí
El Tío Che
El Tío Che

¿Hay algo más antinatural que sentarse en una terraza en pleno mes de febrero, cuando eso del clima mediterráneo parece una broma de mal gusto? Pues sentarse en una terraza a tomarse una horchata. Viendo a los seres humanos sentados en este espacio sobre la parte más tradicional y bonita de la rambla del Poblenou uno podría pensar que el cambio climático es una falacia. Lo cierto es que la horchata es un estado mental, como  las terrazas o Nueva York. Aquí, no os penséis, también sirven productos menos veraniegos, pero es que ir al Tío Che y no tomarse una horchata es como ir a Suráfrica y no comer cabeza de cordero.

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  • Mediterránea
  • La Barceloneta
Filferro
Filferro

Este es un lugar de aires italianos con un buenísimo sol de mediodía. Además, como está situado en una plaza de reducidas dimensiones y bien protegida, tiene una especie de microclima. A diferencia de otros lugares de la Barceloneta que huyen de la identidad marinera para encontrar clientela atraída por el simple hecho de que son más barato, el Filferro ofrece una más que digna oferta culinaria. El pan es de la panadería Baluard, que se ha convertido en referente popular y de la restauración local. El ambiente es de lo que antes se llamaba de “jóvenes profesionales”, pero que ahora, más que una casta fruto del liberalismo, parece una especie en peligro de extinción.

  • Hoteles
  • Hoteles boutique
  • Ciutat Vella
B Lounge
B Lounge

El Hotel Barceló Raval ofrece dos experiencias en el –siempre en movimiento– tema de las terrazas. Por una parte, una que está a casi ochenta metros de altura y tiene vistas de 360º sobre Barcelona. Llamar ‘skyline’ a la vista aérea de nuestra ciudad sería un poco pretencioso, la verdad. La otra está en la planta baja, da a la rambla del Raval y a la plaza Manuel Vázquez Montalbán y pertenece al BLounge, bar, restaurante y club del hotel. Aquí la experiencia es más ravalera y, por definición, menos contemplativa. Tomarse un cóctel rodeados de escenas que parecen salidas de ‘Slumdog millionaire’ tiene su punto.

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  • Mediterránea
  • La Barceloneta
Can Ganassa
Can Ganassa

Otro espacio de la Barceloneta en una plaza bien protegida del frío hibernal. Pero esta vez la oferta, el diseño y el perfil del servicio son todo lo que esperáis del barrio. Los camareros son todo simpatía y mejor no acercarse si se ha tenido un mal día; el contraste es la madre de todas las reacciones violentas. El diseño se define por la falta del mismo; al contrario del ambiente, que es soberbio. A mediodía toca mucho el sol, y el estar un poco alejada de las playas y que tampoco esté cerca del paseo de Joan de Borbó hace que encontrar mesa no sea una loca ambición.

  • Lugares de interés
  • Les Corts
Centre Cívic Can Deu
Centre Cívic Can Deu
Hacen conciertos de jazz, hay señores jugando al dominó y niños molestando. Hay familias, jóvenes resacosos y señoras que vuelven del mercado. Hay cositas para comer y beber que tú mismo tienes que ir a buscar a la barra. Según el día y la sed que tengas, esta acción puede ser un buen sustitutivo del gimnasio. En medio del patio hay una fuente rodeada por bancos y en el interior del edificio se hacen talleres, exposiciones y otras actividades tradicionalmente asociadas a los centros cívicos de barrio, que es lo que, después de todo, es esto.
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  • Horta - Guinardó
  • precio 2 de 4
El Jardí de l'Àpat
El Jardí de l'Àpat
No es necesario ir a Valls para hacer una calçotada. De hecho, no hay que cruzar Collserola. Basta acercarse a este restaurante situado junto al parque del Carmel. Tienen más de diez menús. Con una cocina casera de raíz catalana y mediterránea, y especialistas de todo lo que tiene que ver con las brasas, el Jardí de l'Àpat tiene unas vistas espectaculares. La terraza se eleva unos metros sobre la acera y se encuentra protegida por sombrillas y árboles centenarios. No os parecerá que estáis en Barcelona.
  • Cocina Internacional
  • El Gòtic
  • precio 1 de 4
Paddy Flaherty
Paddy Flaherty

Mitos alrededor de la realidad del pub. En el pub sólo hay guiris desplegando enormes mapas sobre la barra, poco interesados en la idiosincrasia local. En el pub todo es más caro. En el pub se come fatal. En el pub siempre ponen fútbol y música de U2 entre partido y partido. Por la noche, en el pub, lo único que encontrarás serán señoras de  Bradford con exceso de peso, bebidas y celebrando la despedida de soltera de una de ellas, conscientes del milagro que saben que es cada vez que se miran al espejo por la mañana. En el pub siempre se está a oscuras. Cuando sales, sea la hora que sea, parece que salgas de un after. Como todos los mitos, algunos son ciertos, pero si hay un lugar en Barcelona donde unos cuantos de estos tópicos se ponen en duda es este.

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  • Cocina Internacional
  • Sant Pere, Santa Caterina i la Ribera
  • precio 1 de 4
Mescladís
Mescladís

El Mescladís es más que un bar restaurante, es un proyecto solidario para la inserción laboral de personas en riesgo de exclusión. La joya de la corona es una terraza exterior que se forma entre paredes y vueltas, y que en un dia de sol hivernal y un poco de abriga te hará sentir en la gloria. Funciona como bar para reponer fuerzas tomando un café y también como restaurante de menú de mediodía con preferencia por los productos ecológicos y de comercio justo.

  • Española
  • Sant Pere, Santa Caterina i la Ribera

Otro rincón muy bien guardado del Born: el Joanet. Pescados a la plancha, carnes de calidad, verduritas… sin muchas filigranas pero perfecto en su sencillez. El comedor es un refugio de comida casera y en la terraza os sentiréis como en el café del pueblo: sentaros a disfrutar del paso de aborígenes y turistas por el barrio. Las noches de los fines de semana ofrecen tapas hechas con amor, como las de los bares de toda la vida.

Terrazas de noche

  • Dreta de l'Eixample
  • precio 3 de 4

Aurelio Morales (1983, de Alcalá de Henares) en Claris: ganó una Michelin en el Cebo de Madrid en 2016, y aterrizó en la Terraza del Claris a mediados del 2017. I define la cocina de la Terraza del Claris -¡un restaurante donde todo el año se puede comer a cubierto con vistas a las azoteas del Eixample noble! - como "cocina de km 500, el menú Madrid-Cataluña en la su máxima expresión, porque me considero medio catalán". Y hace mares y montañas acojonantes: como el rabo de toro, el chipión en dos cocciones y tàrtar de cigala. 

  • El Gòtic
  • precio 3 de 4
Orio
Orio
Es, por su ubicación, uno de los espacios más interesantes de hostelería en Barcelona. En plena calle Ferran y con una terraza abierta en el pasaje de la Ensenyança, Orio es un bar de pintxos con aires de diseño. Pertenece al grupo Sagardi. Dentro, un enorme timón preside la sala. Fuera, la terraza tiene una docena de mesas, con protección calorífica artificial, y también natural, la que otorga este estrecho pasaje. Podréis comer pintxos más o menos comunes en este tipo de tabernas vascas que sólo se encuentran fuera del País Vasco, aunque con el tiempo que hace ahora, es más recomendable optar por sus platos calientes. Es algo caro (es complicado bajar de los veinte euros, aunque sólo se pidan pintxos), pero sentarse en esta demandada terraza da cierto estatus.
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  • Música
  • Gràcia
Cafè Suec
Cafè Suec

A estas alturas, suponemos que aquí ya no viene nadie a sacar ideas para su próxima visita a Ikea. Y tampoco deben venir muchos con complejo de Alfredo Landa. Suecia ha sido totalmente metabolizada por Barcelona y, así, este bar es como cualquier bar de cualquier rincón de Gràcia. Bueno, no exactamente. Es un lugar fantástico en el que, en un ataque de pereza periodística, podríamos decir que hay buen ambiente. A parte de alguna camarera y algún cliente, lo que más recuerda a Suecia es el frío que hace en la terraza. Pero a pesar de esto sigue siendo una gran alternativa a la masificación de la vecina plaza de la Virreina. En sus cuatro mesas hay gente de esa que se pone a nadar el día de Navidad, fumadores hipotérmicos y cazadores que aprovechan que el bar es todo ventanas para poder tener una perspectiva completa de las víctimas.

  • El Raval
  • precio 2 de 4
Bar Lobo
Bar Lobo

Los del Grupo Tragaluz tardaron unos cuantos años en encontrarle el punto al Lobo. Los cambios sufridos por la estructura, el concepto y la oferta gastronómica del local han sido unos cuantos y no siempre comprensibles, pero, finalmente, parece que han encontrado la fórmula. ¿Un club en el piso de arriba? ¿Y el DJ en el piso de abajo? ¿Un restaurante informal? ¿Un japonés? ¿Medio japonés? Mientras todo esto pasaba dentro, a fuera, la terraza se convertía en la opción civilizada de una placeta donde el Lobo entra en competencia con el clásico rabalero Mirinda y el Segarra. Muy apreciada por los turistas, gana puntos en los meses de invierno por el confort que ofrece. Abre todos los días: jueves, viernes y sábado, hasta las 2.30 de la  madrugada.

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  • Mediterránea
  • La Barceloneta
El Merendero de la Mari
El Merendero de la Mari

A veces, cuando te encuentras en pleno invierno cenando en este restaurante de cocina marinera especializado en arroces, te sientes como uno de esos japoneses que, años y años después de la Segunda Guerra Mundial, siguen vagando armados por la jungla, convencidos que todavía tenían un imperio que defender. Es invierno, hace un frío que pela, el mar que ves desde tu mesa no es un lugar apetecible, romántico ni refrescante. Y en la ciudad seguro que hay gente comiendo guisos de legumbres lo suficientemente calóricos como para salir al balcón en camiseta. Pero aquí estás tú, con tu paella de marisco, bajo la estufa. Es una guerra perdida, quizá sí, pero también es una dulce y sabrosa derrota.

  • Mediterránea
  • El Gòtic
  • precio 1 de 4
Oviso
Oviso

Este es un clásico atemporal, como los discos de Bob Dylan, las películas de John Ford y las novelas de Evelyn Waugh. Un lugar al que siempre tienes que llevar a los amigos que vienen de visita a Barcelona. Y a la suegra, si no quieres que vuelva nunca más. De ambiente bohemio y contemplativo en el interior, en el exterior es un tratado sociológico con mesas de metal. La cocina es tan poco ambiciosa como efectiva, y se puede comer hasta la una de la madrugada. Platos a cinco euros que te arreglan la noche. Lo más interesante es sentarse al caer el sol e ir viendo cómo la fisonomía de todo el conjunto va cambiando a medida que avanza la noche.

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  • Dreta de l'Eixample
  • precio 3 de 4
Tapas 24
Tapas 24

En el imperio de Carlos Abellán dentro de poco ya no se pondrá el sol, y una ardilla podrá cruzar todos sus locales sin tocar el suelo. Uno de los espacios más exitosos del chef es este restaurante de tapas cercano al paseo de Gràcia. Su terraza, con estufitas, parasoles y un muro de protección, es uno de los pocos sitios donde se puede cenar al aire libre sin que los que pasan por allí piensen que has perdido una apuesta. El biquini es delicioso, las croquetas no son de este mundo, los precios son sensatos y la gente que se detiene en el semáforo te mira con tanta envidia que, por una vez, da gusto ser tú mismo.

Si visitáis Montjuïc buscando chiringuitos, espacios abiertos que permitan que el aire nos acaricie la cara, hay para todos los gustos. Como el más 'trendy' Martínez (Ctra. de  Miramar, 38), una arrocería ubicada cerca del Teleférico que nos bajará, si queremos, a la Barceloneta. El Martínez es el sitio que probablemente todo guiri se imagina cuando escucha la palabra Barcelona, un espacio informal y 'cool' donde se puede comer pescados y carnes de alta calidad hechos con carbón de quebracho, cocina marinera, vermuts a cualquier hora, ostras y unos arroces notables. 

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  • Mediterránea
  • Sarrià - Sant Gervasi
  • precio 3 de 4
A Contraluz
A Contraluz

Es un restaurante en un jardín. Y esto ya lo hace bonito y gustoso. La cocina es mediterránea y moderna, pero sin resultar intimidante. El ambiente es un poco fino. La situación es magnífica, lleno de plantas y otras cosas verdes. Es tan romántico que cuando viene la chica a pedir nota no sabes si pedirle la merluza a la naranja o que se case contigo. Pensado para aguantar todo el año sin que nadie muera de frío, su terraza ya hace tiempo que está cubierta y con calefacción, una opción cada vez más común entre los locales que no quieren sufrir más bajas de las necesarias entre su clientela fumadora.

  • Mediterránea
  • Sant Antoni
  • precio 2 de 4
  • 3 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Bar Calders
Bar Calders
Fans de Pere Calders, Dios os ha escuchado. En el callejón que lleva el nombre del escritor se encuentra una de las joyas más recomendables de Sant Antoni. Tienen libros del autor catalán, tiran las cañas con muñeca docta y ofrecen un coleccionable de tapas de barrio que hace temblar de placer. Obviamente, lo mejor es tomar vermut. Tienen de cuatro tipos, pero si lo que queréis es Priorat en vena, el de Falset resulta obligatorio. Por cierto, su terraza es uno de los secretos mejor guardados del barrio: no os sacarán de allí ni con una grúa.
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