Hay quien piensa que Sants es un barrio aburrido y conservador, una cinta elíptica de calle única flanqueada por pastelerías y zapaterías por donde desfilan, sin freno, tías calcadas a Nuria Feliu, roscón en mano. Impresión equivocada.
Quien escribe prefiere coger el primer desvío a la izquierda y pasear por las calles donde se hace evidente el pasado popular, anarquista y cooperativo del barrio. Y donde, si nos detenemos a comer en el lugar correcto, se hacen evidentes el respeto y la comprensión por la tradición catalana inéditos en otros barrios. Toca hablar, una vez más, de Sants: esta vez el motivo es Tatau l'Antiquari. En un antiguo taller de bicicletas, el cocinero Pere Cardona restaura platos tradicionales.
Los propietarios son Vanessa Sánchez, anticuaria de Gràcia, y Luis Navarro, reputadísimo tatuador del mismo barrio. Sentado en una mesa tocinera de 1932, miro la mesa de masía centenaria de mi derecha y pienso en el comedor de los bisabuelos maternos. Todo el mobiliario y la vajilla -de cerámica, los manteles de hilo- están a la venta. ¿No es un problema dar de comer en piezas de coleccionismo? "No, la gente disfruta mucho y, si se interesan, les cuento la historia de cada mueble", dice Sánchez. Cocina de la abuela en muebles de la abuela, vamos.
La picada de l'Empordà
Cardona explica que la mayoría de las recetas son, en realidad, de su abuela. Aún cocina con ella, aunque con el paso del tiempo "también ha ido recopilando recetas de abuelas de otros lugares: de Córdoba, de Cerdeña, incluso de una abuela noruega".
La temporalidad de la oferta se resume en una carta de noche, de pizarra, con dieciséis platos, y unos precios donde los primeros no sobrepasan los cinco euros y unos segundos "que no te dejan encogido", dice Cardona. El plato más caro cuesta doce euros.
En la indignación política habitual, Cardona añade la culinaria, la de quien se enfada por tropezar con unos pies de cerdo guisados a catorce euros. Porque de eso va el Tatau: "Mi abuela era de l'Empordà y para mí la mejor cocina de abuela es ésta, la de la buena picada terminada con chocolate".
Corroboro esta opinión comiendo un fabuloso guiso de conejo con ciruelas y curry -aroma muy ligero, apenas para que la abuela levante una ceja. Plato entero y abundante, nada de atracos de media ración-, dentro de un menú de mediodía a 13 euros donde hay indulgencias como la tortilla con butifarra y chorizo, un suave hummus de lentejas o arroz con pollo y costilla.
Otras opciones son la merluza al ajo quemado, el cordero rebozado o una lubina con salsa de naranja. Para los primeros, platos de precio bajo y alto confort, de producto del próximo mercado de Hostafrancs: tempura de boniato, empanadillas con calabaza y nueces o una crema de habas con butifarra negra. Cardona es un tipo singular, ácrata y melómano. Jueves, viernes y sábados dedica platos a sus grupos favoritos -se han probado Joan Colomo, Rosa Luxemburgo, The Mamzelles- y espera con ilusión el día que la tía pruebe la cocina de La Iaia. También es autor de '100 vinagretas de autor', el primer libro de Verkami de cocina de la Península.
Luis Navarro también es todo un carácter. Después de doce años haciendo de barman, este tatuador-restaurador prepara su propio vino de la casa, mezcla de prioratos. ¡Es abstemio! "Me gusta el olor de las cosas, no es tan extraño", aduce. Para buen olor, el de la cocina de la abuela.
![Tatau l'Antiquari Tatau l'Antiquari](https://media.timeout.com/images/101388817/750/562/image.jpg)
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