Anarquía y birra fría

Recorrido por los bares libertarios de Barcelona

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Si creéis que Barcelona corre el peligro de convertirse en un parque temático -si es que no lo es ya- y estáis hartos de alienados macroespacios de ocio nocturno capitalistas, diseñados para vaciarnos los bolsillos, esta es vuestra lista: un recorrido por los bares más libertarios y 'anarcos' de Barcelona, donde abunda la cerveza barata, el arte arriesgado y la gente que apuesta por el amor libre, que seguro que querrán compartir con vosotros. Las revoluciones empiezan en la barra.

Bares libertarios, asociativos y combativos

  • Bares de tapas
  • El Raval
  • precio 1 de 4
La Llibertària
La Llibertària
Esta pintoresca cervecería y bar de tapas tiene una particularidad: es un pequeño museo de la memoria anarquista barcelonesa de los años 30 y 40: carteles –algunos originales- fotografías de época, periódicos y cuadros conforman un collage muy atractivo. Podéis imaginaros que la clientela no vota al PP ni a CiU. Las tapas son muy recomendables, y si me permitís hacer el chiste, vale la pena pedir una bomba.
  • Música
  • El Raval
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
23 Robadors
23 Robadors
En Robadors 23 se liga, sirven bien el gin tonic y a menudo tienen algo para picar, cada noche tiene algo programado (jams y conciertos de jazz y flamenco casi cada noche de la semana). Son una familia disfuncional y acogedora.
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  • El Raval
  • 3 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Lupita del Raval
Lupita del Raval
"La pequeña empresa debe entenderse en su contexto, debe interactuar con el entorno para mejorar lo común: tenemos que hacer red", explica Sergi Coloma, socio del Lupita -antiguo SF- junto con Jordina –de la Rouge y el desaparecido Lempika– y Gemma. Y este es el espíritu que cultivan, el de la colaboración con el barrio: por ejemplo, los domingos por la mañana el encargado del bar es Víctor, de la tienda de comestibles de enfrente, que les hace buenos pinchos. También forman parte de La Verde, una cooperativa / central de compras y servicios que los hermana con Las Fernández, La Casa de la Pradera, el Libélula ...
  • El Raval
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Makinavaja
Makinavaja
En 1972, Mercedes, encargada de una barra americana en la calle de Escudellers y propietaria de una peluquería en la calle de Carretes, estaba jugando al parchís en el local de al lado de su negocio cuando rompió aguas. Treinta y ocho años después , su hijo Leandro abriría el Makinavaja en la misma calle de Carretes que lo vio nacer , un bar dedicado a la memoria del dibujante de cómics Ivà y su gran personaje Makinavaja , un ladrón de buen corazón, nuestro Robin Hood particular.
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  • Gràcia
  • precio 2 de 4
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
La Barraqueta- Bar restaurant Resolís
La Barraqueta- Bar restaurant Resolís
Tiene un aire retro de verdad, básicamente porque no han tocado nada desde hace eones, pero pese a que sus formas saben a caliqueño, su espíritu apela al Raval crustie moderno. Se debe disfrutar de él con una copa de vino blanco o negro –o incluso de cava, ¡qué diablos!– y alguna de las magníficas tapas: sensacionales bravas.
  • Música
  • Espacios de música
  • El Raval
Freedonia
Freedonia
La cultura como forma de inclusión social. Este es el principio que mueve la asociación cultural Freedonia, un espacio vital del Raval Sur. Además de programaciones para los socios de miércoles a sábado, Freedonia cede espacios a las entidades del barrio y organiza actividades como el mercado de segunda mano y pequeños ciclos culturales en la calle.
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  • Clubes para socios
  • El Raval
  • 3 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
La Virgen Despacho Cultural
La Virgen Despacho Cultural
"Esto no es un bar pero tenemos barra", explica Sergio, uno de los factótums de La Virgen, a una pareja que entra en el local. "Os tenéis que hacer socios: apunta tu nombre y apellido aquí, cuesta 1 € al año y ahora os doy el carné". Es así de fácil formar parte del "despacho cultural" de La Virgen, un espacio de techos altos con ventiladores de aspa, paredes de ladrillo, ninguna mesa igua. Era el antiguo almacén de la bodega donde ahora está el Manchester, un buen día cuatro amigos decidieron hacerlo suyo, reformarlo y convertirlo en un local donde pasaran cosas.
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