Cuando Joaquín era el propietario, el Resolís era un lugar de peregrinación fijo en la ruta de bodegas de Gracia. Sentarse en su barra era sinónimo de pasar un buen rato con él. Las conversaciones empezaban con una caña y no se sabía nunca como podían terminar en aquella barra de bar tan concurrida que atraía lo mejor del barrio. Por suerte, cuando los jóvenes de La Barraqueta tomaron el relevo, la esencia de bar de toda la vida se mantuvo intacta. La cocina ha tomado otro rumbo. Ahora cocinan platos mediterráneos (el cocinero es valenciano y borda los arroces) a precios populares. El Resolís sigue siendo un punto de reunión con carácter en el centro de la Gracia gitana.
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