1. Zagal 1200
Cuando el pollo asado se convierte en tendencia, a los establecimientos de toda la vida con gente haciendo cola en la calle se suman locales como este (Diego de León, 24) con un aire de refinamiento rural, espacios acogedores que elevan la propuesta culinaria. Al final es pollo al carbón pero aquí importa la experiencia, la atención porque, aunque te lo puedes llevar a casa (o pedirlo sin moverte del sofá), seguramente te apetezca como plan familiar para comer ahí mismo, hoy mismo. El proyecto lo han cuidado desde el origen dos amigos de siempre, Adriana de Zunzunegui y Borja Galobart. ¿Y por qué 1200? Es el peso óptimo para un pollo asado, que aquí se disfruta, acompañado de buenas guarniciones, en dos formatos: entero o medio. Ah, y el espacio cuenta con un pequeño colmado de producto afín.