Cualquier mercado de Madrid merece una visita, pero el de Chamartín se ha ganado a pulso la categoría de paraíso del gourmet. Y es que, más allá de su colorida arquitectura, su verdadero atractivo está en los productos que aquí se venden. Sólo lo mejor de lo mejor.
Como toda gran ciudad, Madrid rebosa diversidad. Zonas de interés turístico conviven con las de espíritu puramente residencial. Distritos de clase trabajadora, con otros más pudientes. Viviendas y oficinas, con plazas, comercios y parques. Porque en la capital, el movimiento y la quietud coexisten. Al fin y al cabo, ambas son parte de su esencia y su latido vital.
Hispanoamérica, uno de los seis barrios que componen el distrito de Chamartín (junto a El Viso, Prosperidad, Ciudad Jardín, Castilla y Nueva España), es uno de esos lugares por los que merece la pena pasear. Un barrio acomodado y tranquilo en el que, sin embargo, es fácil encontrar una amplia y variada oferta de bares, restaurantes y comercios de toda clase.
Desde un punto de vista urbanístico, está muy bien diseñado
Parte de esa reposada idiosincrasia viene de lejos. Lo que actualmente es Hispanoamérica ocupa parte de los terrenos de lo que antaño fue Chamartín de la Rosa. Un municipio que abarcaba los actuales Chamartín, Tetuán y el Pinar de Chamartín, y que acabó siendo devorado por la ciudad en 1948. Hoy, Hispanoamérica cuenta con algo más de 31.000 habitantes, que siguen disfrutando de las indudables ventajas de un barrio como este, con una ubicación privilegiada frente al centro de la ciudad y, al mismo tiempo, una distancia lo suficientemente grande como para que la vida transcurra a otro ritmo.
Alfredo, profesor universitario, ha vivido durante muchos años en distintos puntos del barrio. Y pese a que los alquileres no son precisamente baratos, tiene claro que es uno de sus preferidos de toda la ciudad. “Desde un punto de vista urbanístico, está muy bien diseñado”, cuenta. “Hay mucho arbolado, con infinidad de zonas verdes y parques, muchas casitas bajas...”. Para él, que junto a su pareja disfruta a diario de largos paseos con su perro, estas zonas son especialmente acogedoras. Pero también lo son sus decenas de terrazas en calles como Puerto Rico, donde el tráfico apenas es un recuerdo lejano.
Así es. Y, sin embargo, cualquier paseo por el barrio de Hispanoamérica acaba llevándote de vuelta a la cruda realidad urbana. Antes o después, toda calle acaba en una gigantesca y ruidosa avenida, ya sea el Paseo de la Castellana o Príncipe de Vergara. Al fin y al cabo estamos en Madrid, con todo lo que ello conlleva. Y pese a ello, barrios como este demuestran que, en la capital y como en toda toda gran ciudad, también se puede vivir bien. Muy, pero que muy bien.