Uno de los jardines más idílicos, románticos y bonitos de Madrid es, sin duda, el Parque del Capricho. Convertido en uno de los lugares imprescindibles que visitar, esta joya del romanticismo situada en el distrito de Barajas (Madrid) tiene 14 hectáreas y acoge desde bosques y jardines a lagos, construcciones que simulan templos, sorprendentes rincones y hasta un río artificial. También acoge varias construcciones que atraen la curiosidad de todos los madrileños. Una de ellas el famoso Búnker del Capricho, que se abre al público con visitas guiadas dentro del programa Pasea Madrid, del Ayuntamiento. Se trata de un refugio de la Guerra Civil construido en 1937 a 15 metros bajo tierra.
Pudo haber sido Carabanchel. Pudo haber sido Vallecas e, incluso, Getafe. Pero aunque esas tres propuestas también estuvieron encima de la mesa en su momento, fue finalmente el municipio de Barajas el que, en el año 1929, se llevó el gato al agua para albergar el gran aeropuerto de Madrid-Barajas que necesitaba la ciudad. Todo estaba a punto de cambiar para sus habitantes.
Poco queda hoy de aquel primigenio pueblo de Barajas. Anexionado a Madrid en 1950 y convertido en distrito, creció rápidamente y no tardó en ver nacer nuevas barriadas. Hoy, con una población que roza los 50.000 habitantes, Barajas no es sólo el pueblo al que da su nombre: el distrito también incluye la Alameda de Osuna, el Barrio del Aeropuerto, Timón y Corralejos. Zonas que se han revalorizado desde que llegó el metro al barrio con la ampliación de las líneas 5 y 8.
"La llegada del metro lo cambió todo"
"La llegada del metro lo cambió todo", recuerda Paz, que lleva más de 20 años viviendo en la Alameda de Osuna. "Antes este era un barrio mucho más desconectado y aislado. Y paradójicamente, mucha gente estaba encantada de que fuera así. Pese a que en los últimos años ha llegado mucha gente nueva, más joven y más diversa, sigue siendo un barrio muy tranquilo en el que reina el silencio. Dicen que todos los habitantes del barrio somos mentirosos por asegurar que no escuchamos los aviones, pero te prometo que es verdad", ríe. Como tantos otros vecinos del distrito, Paz lo tiene claro: le encanta su barrio.
Se escuchen o no, lo cierto es que en este distrito hay mucho más que aviones. Parques con encanto, restaurantes que bien merecen una visita, lugares históricos sorprendentes y rincones por descubrir.
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