El Berguedà es una comarca prepirenaica bastante extensa, llena de encantos y de sitios naturales emblemáticos, como el Pedraforca o las fuentes del Llobregat, allí donde nace el "río trabajador". Colonias industriales, pueblos encantadores, arquitectura del románico... todo son lugares dignos de hacer una visita. ¡Pero sólo tenemos 48 horas! Esperamos que la elección que os hemos hecho os plazca.
Día 2: Valle de Lillet
El primer día entero en el Berguedà lo dedicaremos a conocer a fondo el Valle de Lillet, donde encontramos un montón de atractivos, y además muy diversos, aunque algunos estrechamente relacionados entre sí.
Os proponemos empezar en la estación de tren de La Pobla de Lillet, donde podremos ver una exposición de trenes y, a continuación, subir al Tren del Ciment, que nos permitirá hacer un viaje al pasado industrial. Primera estación: el Museu del Ciment Asland. Hace un siglo que la espectacular fábrica de cemento impulsada por Eusebi Güell entró en funcionamiento, y 40 años que cerró las puertas. Hoy, sin embargo, podemos visitar por dentro esta singular construcción de aires modernistas y escalonada siguiendo la pendiente de la montaña para aprovechar la fuerza de la gravedad en el proceso de fabricación del cemento. Las visitas incluyen un itinerario exterior por las ruinas industriales, y uno interior que nos ayuda a entender mejor el funcionamiento de la fábrica.
Volvemos a coger el tren, que ahora nos lleva a los Jardins Artigas, obra de Antoni Gaudí de principios de siglo XX en agradecimiento a la familia Artigas por la hospitalidad recibida durante la estancia del arquitecto en la Pobla mientras diseñaba el chalet del Catllaràs. La imaginación del genial arquitecto parece que no tenía límites, y en este espacio encantador se vuelve a poner de manifiesto. Piedras, agua y vegetación juegan y se combinan de manera elegante, y crean atmósferas y elementos diversos, desde puentes hasta esculturas y cuevas artificiales.
Llegados a la hora de llenar el estómago, os recomendamos disfrutar de los productos de la tierra elaborados de forma artesanal a partir de las recetas transmitidas de generación en generación, y podéis hacerlo en algún restaurante de La Pobla. Así que bajaremos a la estación de La Pobla Centre y nos dirigiremos hacia el casco antiguo. Paseando por sus calles reviviremos la magia de la época en que la familia de los Mataplana habitaba el castillo cercano (que se encuentra yendo de camino a Gombrèn, en la comarca del Ripollès). En la iglesia parroquial podemos observar el Cristo en Majestad, una gran talla románica de madera policromada, datada del siglo XII.
Acabados de comer, os invitamos a ir en dirección a Guardiola de Berguedà y tomar el desvío hacia el Santuario de la Virgen de Falgars, patrona de la villa (imagen del siglo XV esculpida en alabastro). Desde el mirador Joan Casanova disfrutaréis de unas vistas impresionantes del valle, con el Pedraforca al fondo. Un excelente punto y final a la jornada.
Día 3: el espectacular parto del Llobregat
Un río que empieza aquí a andar y que ha sido clave para el desarrollo de esta parte del país. Es por ello que queremos ir a continuación a conocer una de las muchas colonias industriales que se levantaron junto al Llobregat, para aprovechar su corriente. Son unas cuantas las que siguen hoy habitadas, y de hecho articuladas como un pueblo más, con todos los pormenores y sus fiestas y actividades. L'Ametlla de Merola, donde nos dirigimos esta mañana, es un claro ejemplo: cerró las puertas de su gran fábrica en 1998, pero hoy cuenta con 300 habitantes y celebra la fiesta mayor en septiembre, el domingo más cercano a San Mateo, además de muchos otros encuentros y actos culturales a lo largo del año. La hemos elegido porque quizá tiene más aspecto de pueblo que otros núcleos vecinos: nos sorprenden sus casas blancas, incluso de tipo marinero, que contrastan con el gris de la iglesia y de la fábrica. El fundador de la colonia, Mateu Serra, era hijo de Vilassar, y seguro que tomó como modelo aquello que más conocía, la costa del Maresme.
No queremos marcharnos del Berguedà sin dar una vuelta por su capital, Berga. Seguramente no hay que deciros, porque ya lo sabéis, que si vais en Corpus encontraréis aquí toda la magia y el ruido de la Patum, Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Pero si no es así, Berga también merece un buen paseo, sobre todo su calle Major, y que entréis en las pastelerías a probar los excelentes dulces que preparan, llevándoos así un muy buen sabor de boca de vuelta a casa.
En Berga, el espíritu de la Patum se respira todo el año. Pero, eso sí, la fiesta sólo la podrá ver en la calle los días que toca, para Corpus. Si no se puede ir por estas fechas, siempre os queda el recurso de entrar en la Casa de la Patum y al menos hacer una cata de esta histórica y reconocida fiesta popular. En la Casa se guardan y exponen los trajes y figuras de las comparsas, mientras que en el Centre d’Interpretació se explica con todo detalle en qué consiste la fiesta. Seguro que os vendrán ganas de ir, o de repetir si ya se ha vivido.
El Berguedà tuvo un papel muy destacado en la historia del catarismo, sobretodo a la hora de recibir los últimos cátaros huyendo de sus perseguidores. Es por ello que en el antiguo palacio de Pinós de Bagà hay una exposición permanente en la que diferentes personajes, como Guillem de Berguedà y los Mataplana, os explicarán quiénes eran los cátaros y sus lazos con el Alt Berguedà, y en especial con Bagà. También conoceréis cómo eran estas tierras alrededor de los siglos XII y XIII.
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