Tarde día 1: paz medieval
Sea cual sea la opción que elijamos, en el fondo no dejará de ser una excusa para, durante unas horas, pisar un suelo empapado de historia en plena naturaleza. En lo alto de una colina de la sierra del Bolet, hundido entre montes y viñedos, se accede al castillo por una única carretera: un recorrido ideal para transportarnos de lleno al mundo medieval, como los caballeros que, dormidos encima del caballo, eran encantados por las hadas y entraban en una dimensión maravillosa. Para llegar a nuestra meta salimos del núcleo urbano de Sant Quintí de Mediona, cogemos la C-244a en dirección a Sant Joan de Mediona y tomamos el desvío debidamente indicado para llegar al castillo, a la altura del kilómetro 18. Eso si vamos en coche, claro. A pie, a caballo o en bicicleta también es posible llegar. Salimos por la calle de Ponent por un camino entre las viñas hasta y, cerca de una antigua fábrica, nos encontramos con un cartel que nos señala el camino. De pérdida imposible, la subida a pie o en bicicleta es un pequeño placer reservado para los amantes del senderismo.
Si luce el sol, y vamos con tiempo, nos podemos detener antes de llegar a nuestro destino para hacer un poco de ruta silvestre por uno de los caminos que se pierden en la frondosidad que todo lo rodea. Llegamos a la fortificación, y salta a la vista que la construcción primitiva del siglo X la han ido formando de esta manera hasta su estado actual incontables generaciones de habitantes. Una capilla románica del siglo XII en primera instancia, ampliada durante los siglos XIII y XIV con estilo gótico, una construcción templaria del siglo XIII, y, finalmente, la Torre Grossa, edificada en el siglo XV por el duque de Cardona.
Este recorrido cronológico y arquitectónico a la vez os lo encontraréis desarrollado y detallado si asistís a una de las visitas guiadas del castillo, que deberéis reservar con antelación, pero que será un colofón reparador antes de acompañar el sol hacia la puesta.