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Foto: Oma Photography

Las 9 escapadas más originales por Europa y Marruecos

Os proponemos destinos poco conocidos para recuperar el placer de viajar

Escrito por: Noelia Santos
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Te proponemos nueve escapadas a lugares tan pequeños como impresionantes para que aproveches vacaciones, puentes y todos aquellos días de vacaciones pendientes que debes consumir antes de que acabe el año. Si no te quieres quedar descubriendo Cataluña, esta lista te propone coger las maletas y pisar tierras poco conocidas que van desde la estampa idílica de la Alta Provenza francesa –si prefieres pueblos cerca de la frontera, también tenemos– con sus característicos campos de lavanda y  sus calles de cuento, pasando por los paisajes de infarto de Suiza y las ciudades alemanas de postal navideña, hasta el recuerdo de una Bosnia y Herzegovina castigada por la guerra y un Marruecos imperial de palacios y ruinas. ¿Hacemos las maletas?

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9. Moustiers (Francia): Alta Provenza

Campos de lavanda, calles adoquinadas, persianas de madera pintadas de colores pastel y la envoltura de las rocas: Moustiers Sainte-Marie es uno de los pueblos más bonitos de la Alta Provenza. Tan bonito que mientras os acerquéis por carreteras serpenteantes, deberéis pararos a comprobar si es un espejismo. La descubriréis perdiéndoos por sus callejuelas, donde abundan los talleres de cerámica, la especialidad de la zona. No os vayáis sin ver las gargantas de Verdon, una maravilla de la tierra que desemboca en el lago Sainte-Croix.

Cómo llegar: A unos 600 km de Barcelona. Podéis hacerlo en dos días y pasar una noche en Montpeller.

8. Hermigua (Canarias): A través de la laurisilva

Este municipio de la isla de la Gomera se extiende desde el pico más alto del parque nacional del Garajonay hasta el mar, a través de una pendiente de laurisilva y plataneras. Desde el verdor encantado del bosque del Cedro hasta las piscinas naturales del Pescante, donde rompen las olas, la excursión es una maravilla. Se explica, por cierto, que el famoso silbido gomero, con el que los isleños se comunicaban de risco en risco, tiene su origen en esta región. Lanzaros a la dieta del 'almogrote' y el 'guarapo', y disfrutad de las vistas...

Cómo llegar: Vuelo a San Sebastián de la Gomera. 'Guagua' (bus) de 15 minutos a Hermigua. 

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7. Gruyères (Suiza): Stendhal verde

No es sólo la cuna del queso que da nombre a la región –o viceversa–, es una de las villas medievales más pintorescas y bien conservadas de Suiza (castillo visitable incluido). Aquí, en el parque natural regional Gruyère Pays-d'Enhaut (esquina de Friburgo), el síndrome de Stendhal será inevitable. Hacer senderismo por las Vías du Fromage, entrar en sus queserías alpinas, comerse una fondue y visitar la fábrica de chocolate, obligatorio. Recordar Heidi, opcional.

Cómo llegar: Vuelo desde Ginebra o Zürich. Coged el tren hasta a Bulle y el bus hasta Epagny-Gruyères. Consejo: comprad la Travel Pass para ahorraros unas coronas.

6. Zahara de la Sierra: Cádiz en las alturas

Uno de los pueblos blancos más bonitos y la confirmación de que Cádiz es un destino imprescindible. Zahara de la Sierra se encuentra en medio de un espacio natural privilegiado, el Parque Natural de Sierra de Grazalema, concretamente en la falda de la Sierra del Jaral. Este pueblo, considerado como uno de los más bonitos de Cádiz, fue declarado Conjunto Histórico Artístico en los años 80. La falda de la montaña, coronada por el castillo y la Torre del Homenaje, es un laberinto de callejuelas (típico trazado andaluz), fachadas de cal y balcones en flor. El encendido de farolas cuando cae la tarde es mágica.

Cómo llegar: Los vuelos a Sevilla desde Barcelona son bastante accesibles, después poco más de una hora de coche.

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5. Évora (Portugal): El secreto lusitano

Hasta hace sólo unos años, hablar de la región del Alentejo portugués –en la frontera con Badajoz– era, más o menos, como citar Narnia. Suerte que nos hemos quitado la venda (y los complejos) que nos impedían disfrutar de ciudades como Évora: amurallada y declarada patrimonio de la humanidad, con un legado romano (lo que queda del templo) digno de cualquier ruta, y vestigios góticos que cortan el aliento (capilla de los huesos). El bacalao y el 'vinho verde' serán los responsables de dejar el mejor sabor de boca. Y Lisboa está a menos de 100 kilómetros...

Cómo llegar: Vuelo a Lisboa. Desde allí, el tren hasta Évora tarda menos de dos horas. 

4. Meknès (Marruecos): La puerta del imperio

De las ciudades imperiales de Marruecos es la menos visitada, la más pequeña y, con el permiso de Fes, también la más bonita. Fue construida en el siglo XVIII, por capricho del sultán Moulay Ismail, el tirano más sanguinario de la historia del país, que residió en este enorme palacio amurallado, al que se accede por la puerta de Bob Monasour, la entrada monumental más grande del Norte de África. Vale la pena que hagáis una excursión a las ruinas de Volubilis, restos de un asentamiento cartaginés que se encuentra a 30 kilómetros de la ciudad.

Cómo llegar: Vuelo directo a Fes. Desde allí, coged un tren (45 minutos) o un taxi compartido.

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3. Ostuni (Italia): Al talón

Levantada sobre tres colinas, con sus casitas de cal blanca como la cresta de una ola, la ciudad de Ostuni es una maravilla muy poco explotada. El turismo masivo que desborda el norte de Italia no ha invadido aún la región de la Pulla. Así de bien se conserva. Su catedral del siglo XV tiene una de los rosetones más grandes del mundo y en las afueras encontraréis las ruinas de un enorme santuario que tiene sus orígenes en el paleolítico. Saciad vuestro apetito con unos mejillones con salsa picante y unos pinchos de carne a la llama. Un placer.

Cómo llegar: Vuelo directo a Brindisi. Desde allí, hay un autobús que tarda 45 minutos hasta Ostuni. 

2. Lübeck (Alemania): Pueblos de postal

Alemania entera se llena de mercados, luces, villancicos y 'Glühwein' (vino caliente) entre mediados de noviembre y finales de diciembre. Si queréis meteros en el ajo de la fiesta, corred hacia Lübeck, una pintoresca ciudad en el estado de Schleswig-Holstein –al norte del país– que la Unesco definió como el prototipo de ciudad ideal del siglo XII. El 25 de noviembre abre el mercado principal de Navidad, documentado por primera vez en 1648. En Navidad es temporada alta, pero la visita a la zona es también preciosa cualquier época del año. Para preparar el viaje podéis leer 'Los Buddenbrook', novela que Thomas Mann ambientó en Lübeck y su puerto.

Cómo llegar: Vuelo a Hamburg. Desde allí, hay un tren que tarda unos 45 minutos hasta Lübeck. 

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1. Mostar (Bosnia i Herzegovina): Heridas de guerra

Un pueblo que no recuerda su historia está condenado a repetirla. Y en Mostar aún tienen muy presente lo que sucedió durante la Guerra de los Balcanes. Ni siquiera el 'Stari Most' o puente viejo –su gran joya medieval– se salvó de la batalla. Por eso hoy, reconstruido por la Unesco, es uno de los símbolos por los que vale la pena desviarse hasta Mostar y pasar al menos un día en sus callejones. Y, de paso, visitar el antiguo bazar, la mezquita Karadjoz-Bey y lo que queda del hotel Neretva, un esqueleto acribillado por la metralla.

Cómo llegar: Vuelo directo a Dubrovnik. Desde allí, el bus tarda alrededor de dos horas y media.

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Desde los Pirineos hasta los cientos de kilómetros de costa mediterránea con encantadoras calas. Capitales que conservan grandes monumentos históricos que narran nuestro pasado, y rincones que parecen anclados en tiempos medievales.

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