Otoño, Berguedà y setas son tres palabras fáciles de encontrar en una misma frase. Acercarse en esta época del año a la comarca prepirenaica es poder disfrutar de una gama de colores de la Naturaleza fascinante, pero además, si miramos bien en el suelo, y con un poco de maña, nos llevaremos a casa una de las delicias gastronómicas que nos regalan los bosques. Aprovechamos la salida para conocer también otros puntos del Berguedà.
Mañana día 2: explorando Vilada
Tarde día 2: setas artísticas
Quizás no hace falta decir que para comer podéis elegir entre múltiples restaurantes de la comarca que estos meses de otoño preparan excelentes platos con las setas como protagonistas. Y hablando de setas, en Montmajor, en las dependencias del antiguo ayuntamiento, hay un museo con representaciones cerámicas de setas, una colección de 523 ejemplares clasificados por tipología y con un panel informativo en cada vitrina. El Museo de Arte de la Seta -así se llama- es un equipamiento eminentemente didáctico sobre el mundo de la micología, pero también artístico, ya que todas las piezas están hechas a mano con barro cocido por Josefina Vilajosana.
Y ya que estamos en Montmajor, municipio bastante extenso -de hecho es el que tiene más km2 de la comarca- y que encontraréis cerca de la carretera que va de Berga a Solsona, aprovechamos para visitar algunos de sus lugares de interés, como la pequeña iglesia de San Martín de las Canales de Catllarí, la ermita de la Virgen de la Torreta, o la iglesia de la Colina de Planès, que aún conserva original del siglo XI la cabecera con un ábside central y dos absidiolos.
Día 3: Montclar y Casserres
Los rincones a explorar en una comarca como el Berguedà son infinitos. Así que dedicaremos la última jornada de escapada a conocer los encantos de dos municipios más, Montclar y Casserres, en el suroeste de Berga y cercanos el uno del otro, ambos con atractivos suficientes para pasar un buen rato. Montclar tiene un núcleo pequeñito, formado básicamente por una plaza alrededor de la cual hay casi todos los edificios (ayuntamiento, iglesia y rectoría, hostal, una casa de carácter señorial conocida como El Castell...), pero fuera de este núcleo y dentro del mismo término municipal hay otros lugares donde hay que ir, como la iglesia de la Santa Cruz, en el vecindario del Casó, o la iglesia de San Quintín, en el vecindario del mismo nombre.
En cuanto a Casserres, creció al abrigo del castillo, que probablemente se encontraba donde hoy está el ayuntamiento, y conserva un aspecto y trazado antiguo, con fachadas de los siglos XVII y XVIII y portales de arco de medio punto adovelados. Alejado del pequeño centro urbano hay muchos edificios, sobre todo de carácter religioso, dignos de admirar, como las ermitas de Sant Pau de Casserres y de Sant Miquel de Fonogedell, o la iglesia de Santa Maria de l'Antiguitat. También hay que destacar la iglesia de la Virgen del Rosario, de estilo neogótico y situada en la colonia industrial de la Ametlla de Casserres. Un buen lugar donde despedirnos del municipio y de la comarca puede ser la Balma de las Siete Puertas -conocida también como Café de las Siete puertas-, una edificación singular y antigua resguardada bajo una pared rocosa, dividida en compartimentos, y que las ha visto de todos los colores -en tiempos de guerras ha sido utilizada como escondite y como cárcel-. La mejor manera de ir hasta allí es seguir el Sendero de las Fuentes desde el campo de fútbol de Casserres.
En Berga, el espíritu de la Patum se respira todo el año. Pero, eso sí, la fiesta sólo la podrá ver en la calle los días que toca, para Corpus. Si no se puede ir por estas fechas, siempre os queda el recurso de entrar en la Casa de la Patum y al menos hacer una cata de esta histórica y reconocida fiesta popular. En la Casa se guardan y exponen los trajes y figuras de las comparsas, mientras que en el Centre d’Interpretació se explica con todo detalle en qué consiste la fiesta. Seguro que os vendrán ganas de ir, o de repetir si ya se ha vivido.
El Berguedà tuvo un papel muy destacado en la historia del catarismo, sobretodo a la hora de recibir los últimos cátaros huyendo de sus perseguidores. Es por ello que en el antiguo palacio de Pinós de Bagà hay una exposición permanente en la que diferentes personajes, como Guillem de Berguedà y los Mataplana, os explicarán quiénes eran los cátaros y sus lazos con el Alt Berguedà, y en especial con Bagà. También conoceréis cómo eran estas tierras alrededor de los siglos XII y XIII.
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