Escapada al Bages: historia, naturaleza y pueblos de postal

Iniciamos nuestra estancia en el Bages en Rajadell, bonita población cerca de Manresa, marcada por la presencia de su castillo en situación privilegiada, origen del pueblo junto a la iglesia de Sant Iscle y Santa Victoria. Actualmente en el castillo no se puede entrar, pero por fuera ya vale la pena verlo, tratándose de uno de los castillos más majestuosos y mejor conservados de la comarca. De la iglesia destaca el campanario, del siglo XVII, y en el interior las escenas de la Pasión de Jesús que llevan la firma del escultor manresano Ramon Oms. Del mismo Oms es la figura que encontramos en la plaza de la Iglesia, La Chica de la Plaza, una joven que ofrece una silla al visitante, en representación del carácter hospitalario de la gente del pueblo.

Ahora bien, después de conocer las calles y edificios más destacados de Rajadell, si lo que os gusta es adentraros en la naturaleza, en los entornos de este pueblo encontraréis infinitas posibilidades. Podéis, por ejemplo, tomar la Vía Verde que enlaza con Manresa, o seguir el curso de la riera de Rajadell, o ir a buscar las diversas fuentes, o llegar a la Villa Romana de Sant Amanç... A pie o en bicicleta, ¡tenéis un montón de kilómetros por explorar!

A Manresa, capital del Bages, se la puede descubrir desde muchos puntos de vista. Pero quizás uno de los motivos por los que esta ciudad es más conocida, incluso más allá de nuestras fronteras, es por la estancia que hizo San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, en el año 1522, tiempo que aprovechó para escribir sus Ejercicios Espirituales. Para saber más sobre este hecho y no perderse detalle de los espacios relacionados con el santo, lo mejor es que os apuntéis a una visita guiada que en un par de horas os llevará, entre otros lugares, al antiguo Colegio de San Ignacio, a la Capilla del Rapto, a la calle del Balç y, sobre todo, a la Cueva, con vistas a Montserrat y donde San Ignacio encontró la inspiración, y donde hoy encontramos un Santuario y el Centro Internacional de Espiritualidad Ignaciana.

Estrecha y sinuosa, la calle del Balç de Manresa presenta la misma estructura que hace 700 años, cuando la ciudad era de las más destacadas de la Corona de Aragón y recibía con todos los honores a los soberanos que pasaban por aquí. De hecho, hay quien dice que el siglo XIV fue el Siglo de Oro de Manresa. Hoy esta 'calle-museo' es de visita obligada si estáis unas horas o unos días en la capital del Bages, y sobre todo si os interesa la Edad Media. Y no puede faltar tampoco la visita al Centro de Interpretación de la misma calle, que usando las tecnologías más avanzadas os permitirá saber un montón de cosas sobre la Manresa medieval... ¡explicadas por el mismísimo rey Pedro III el Ceremonioso!

Cambiamos completamente de escenario. El último día lo pasaremos en los Valles del Montcau, un paraje singular que forma parte del Parque Natural de Sant Llorenç del Munt y l'Obac, y que acoge pueblos como Mura, que visitaremos esta mañana, o Talamanca, que veremos por la tarde.

Mura es uno de esos lugares de postal, pintoresco, con las casas y las calles de piedra, y –aunque sea un tópico– donde parece que el tiempo se haya detenido. Por lo tanto, lo mejor que podéis hacer es caminar sin prisas por las calles y descubrir sus rincones. No os costará encontrar la iglesia de San Martín, románica y con un interesante tímpano que representa la adoración de los Reyes Magos al Niño Jesús. La plaza de Àngel Guimerà, el paseo de Camil Antonietti o el Mirador son otros espacios del casco urbano que os cautivarán. Ahora, si deseáis alejaros un poco de este núcleo sin dejar el municipio, seguid el arroyo de los Nespres y llegad hasta el pozo del Padre, y sobre todo id al Puig de la Balma, con una masía construida espectacularmente en una cueva y que acoge un pequeño museo y un centro agroturístico.

Se nos acaban las horas y os habíamos prometido visitar también Talamanca. Al igual que Mura, el núcleo urbano de Talamanca está formado por casas y calles de piedra. Todo él se sitúa sobre una colina, y el elemento más destacado es el castillo, donde, en 2012, se abrió un Centro de Interpretación de la Batalla de Talamanca. Y es que el castillo guarda una larga historia, que arranca ya en el siglo X pero que tiene uno de sus momentos cruciales en el transcurso de la Guerra de Sucesión, cuando se convirtió en un foco de resistencia en favor de los Austria. Es por ello que Felipe V lo mandó derribar, pero lo volvieron a levantar los marqueses de Castellbell unas décadas más tarde, aprovechando algunos elementos antiguos. Sin duda, un espacio cargado de historia y de simbolismo, un buen lugar donde poner el punto y final a nuestra escapada al Bages.