Teatros bonitos de Cataluña

De líneas novecentistas e inaugurado en 1927 con una representación de la ópera 'Aida' de Verdi a cargo de la Orquesta del Liceu, el Kursaal es hoy uno de los escenarios más dinámicos de la Cataluña Central. Durante muchos años, en las décadas de 1970 y 1980 fue degradándose e incluso cerró, de 1988 a 1995, pero el tesón de la agrupación local El Galliner logró reabrirlo y, sobre todo, que se rehabilitara. La reforma terminó en 2007 y desde entonces es una pieza clave de la vida cultural manresana. Tiene una sala grande con 800 butacas que está casi siempre llena.

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Reus siempre ha sido uno de los grandes polos teatrales del país. El Bartrina, levantado en 1905, es el segundo teatro de la ciudad y está muy bien conservado. Aquí Els Joglars hicieron, por ejemplo, la última función de 'La torna', en 1977. Después de la Guerra Civil reabrió como cine, actividad que mantuvo hasta mediados de la década de 1970. Tiene 500 butacas y una decoración singular, aparte de una platea oscilante que puede inclinarse para las funciones teatrales o bien quedarse horizontal para acoger bailes.

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No es un teatro bonito, pero es uno de los espacios más importantes del teatro catalán contemporáneo, incluida Barcelona. Salvador Sunyer, director del festival Temporada Alta, dice siempre que es un “teatro de banlieue”, en referencia a los teatros periféricos de París que, a pesar de no gozar de ningún prestigio arquitectónico, han sido siempre los más dinámicos de Francia. Inaugurado en 1997, por ahí han pasado desde Peter Brook y Cheek by Jowl a Isabelle Huppert. Es decir, lo mejor del teatro europeo de los últimos 50 años.

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L'Aurora es una de las salas independientes más cañeras del país. Se inauguró en 1988 con la inspiración del Lliure de Fabià Puigserver a la cabeza, ya que también se levantó en una antigua cooperativa obrera. Lo abrió Comediants y ha mantenido su compromiso con el teatro de calidad, de pequeño formato. Es, además, un importante centro de producción en el país, es decir, que no solo acoge funciones creadas en otros lugares, sino que genera espectáculos que más tarde se ven en todo el territorio.

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Creado en 1956 gracias al impulso del grupo de teatro Joventut de la Faràndula y con más de mil localidades, es la sede oficiosa de la segunda ópera de Catalunya, después del Liceu. Desde 1982, es la sede de la Associació d'Amics de l'Òpera de Sabadell y motor de la producción operística en todo el país. Aquí nace la Fundació Òpera Catalunya que hace posible que el bel canto se pueda escuchar en todo el territorio.

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Como indica su nombre, está ubicado en el antiguo matadero modernista de Lleida, que cerró en 1984. En 1999 reabrió como espacio dedicado a las artes escénicas, con el Teatre Municipal, el Aula de Teatre y el Cafè del Teatre. El vestíbulo cuenta con un mural de 7x7,5 metros hecho por Frederic Amat. Es el centro neurálgico de la creación teatral de las tierras de Ponent y lugar de paso de todo tipo de producciones, de circo a música.

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Situado en un pueblo de poco más de 1.000 habitantes, el Teatre Nu es la prueba de que no solo en las grandes ciudades catalanas se hace buen teatro. Teatre Nu produce espectáculos desde el año 2000 y, desde 2015, también exhibe en la Casa del Teatre Nu, con más de 60 funciones por temporada, cosa nada despreciable para tan pequeña localidad. Además, ofrecen un espacio de residencia. Sus últimas dos producciones, 'Els ossos de l'irlandès' y 'Estimadíssims malvats', han tenido muy buena acogida.

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De los teatros construidos en Cataluña en el siglo XXI, el de la Atlántida es uno de los más bonitos, gracias a su ya característica cubierta de zinc. Inaugurado en el 2010 con el mismo nombre que recibía el espacio que en el 2002 había en la calle Sant Fidel de Vic, que tuvo que clausurarse por aluminosis, la Atlántida es el punto neurálgico de la actividad teatral y musical de Osona. La sala Ramon Montanyà cuenta con 800 butacas, mientras que la Joaquim Maideu tiene un aforo variable de entre 280 y 384 localidades con asiento.

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El Teatre Lliure, iniciativa de una quincena de profesionales independientes nacida en 1976, es sinónimo de teatro de creación, en catalán y de gran calidad, un modelo que ha marcado profundamente las compañías y los creadores escénicos del país. Inicialmente, tenía como única sede el Teatre Lliure de Gràcia, en la antigua cooperativa La Lleialtat, hasta que 25 años más tarde abrió esta segunda sede en Montjuïc.

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