Hay para mojar patacón en el Dirty South. Este restaurante de cocina de Nueva Orleans estuvo cerrado medio año porqué su propietaria, de Carolina del Sur, decidió cerrar velas. Y lo han reabierto los venezolanos Lorena y Marcos Esteves. "A la cocina del 'deep south' hemos añadido influencias caribeñas. Hemos mantenido los platos fuertes como el gumbo y el pollo frito, pero con toques cubanos, venezolanos o de la Martinica ", dice Lorena.Y tuvieron la suerte de poder localizar y volver a contratar al primer cocinero, Gianmarco Cerasoni, versátil y creativo chef que tanto se enfanga en la 'soul food' afro -buenísimo el 'hash brown ', la otra tortilla de patatas, con tocino, harina y huevo- como se inventa una cachapa -tortilla de maíz tierno con 'pulled pork' y 'chutney' de mango.Y el bocadillo 'po'boy' -el clásico del sur, de gamba rebozada con 'rémoulade', mayonesa y mostaza blanca- es un vicio. Ahora, como inmersión, lo más recomendable es que os cojáis el Super Dirty Popcorn: por 25 euros entre dos, un cubo con un resumen de todos los rebozados y sus salsas. Grasa de la buena.
Nueva Orleans en Barcelona, en cuanto a la comida, parece que deba presentarse siempre fusionada con otra gastronomía. Así fue con el exquisito Me (de Saigón en Nueva Orleans) y así es con los dos restaurantes con filiación cajun que nos ocupan, The Dirty South y el DooBop. Curioso y casual (o no): los dos miran al sur de África desde América Latina.
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