Las palabras discoteca y silenciosa han dejado de ser un oxímoron; ahora van de la mano gracias a esta iniciativa para mover el esqueleto con cascos puestos. Puedes bailar un reggaeton de J Balvin y que la persona de tu lado mueva el culo con una rumba de Gato Pérez. Y todos tan amigos, sólo depende del canal que hayas escogido en los auriculares que te facilitan en la entrada. Además, el vecindario está tranquilo porque no hay contaminación acústica.
Algo tan barato y sencillo, pero tan difícil de encontrar en una gran ciudad como Barcelona. Si estáis hartos del alboroto de la urbe y necesitáis encontrar vuestros sitios de calma, introspección o, simplemente, silencio, esta es nuestra elección. Os pedimos una cosa, que leáis el reportaje en voz baja.
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