El vino y la taberna son más antiguos que andar a pie. Los bares son para refugiarse, relajarse y hacer un vaso (la mayoría) o bien para dejarse ver. No sabríamos vivir sin bares. Se abren, se cierran y, contra viento y marea, sobreviven un puñado. Uno de estos bastiones irreductibles es la Bodega Marín. ¿Qué tiene, la Bodega Marín, que congrega una parroquia fiel y enamora a los transeúntes? El encanto de lo genuino. El olor de sus tinas te habla de los casi cien años de tradición del negocio; las paredes altas -que han visto de todo- y tapizadas de botellas de todos los tamaños y procedencias parecen hablarte. En la Marín se puede beber buen vermut, vino, cerveza y otros alcoholes.
Y ahora, también, se puede probar su deliciosa tapa inédita de oreja marinada en esta nueva ruta de tapas. ¿La dejarás escapar?