Marín tiene 120 años de historia. Es uno de esos lugares que pones un pie y el mundo se detiene: de hecho, Víctor Nubla decía que aquí estaba el centro del Universo. Tere y Lluís se hicieron cargo las últimas cuatro décadas hasta que Vanessa, sumiller, y su pareja, Luis,
tomaron el relevo. La bodega sigue siendo pequeña, estrecha, con las paredes altas rellenas de botellas antiguas y olor a botas de vino que las han visto (y sentido) de todos colores. Para matar el apetito tienes platillos tradicionales como callos, cola de toro, carrillera, caracoles, jabalí o ciervo. Los nuevos dueños han añadido delicadezas como las ostras del Delta del Ebro, navajas gallegas y pop.
Time Out dice
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