Banc absurd
Iván Moreno
Iván Moreno

La Barcelona más absurda

Bancos que se dan la espalda, cubiertas que no tapan, pistas deportivas en las que no se puede jugar... En esta lista encontraréis algunos de los despropósitos arquitectónicos y de diseño de la ciudad

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Barcelona es moderna, poderosa, cosmopolita y, muchas veces, muy absurda. Como toda gran metrópolis, la capital catalana también tiene disparates marca de la casa, como la estatua de un Cristóbal Colón bastante despistado a la hora de señalar a América.

  • Salas de cine
  • El Raval

No deja de ser irónico que 'Mi tío', de Jacques Tati, crítica feroz de las ocurrencias de la arquitectura contemporánea, sea la película favorita de muchos arquitectos modernos. No sabemos si es el caso del autor de la actual sede de la Filmoteca de Catalunya, pero no se puede descartar que se inspirara en ella cuando decidió que, para bajar a las salas de proyección del sótano, los espectadores disfrutarían de unas magníficas escaleras mecánicas, pero que, para salir de allí, tuvieran que subir una empinada y lóbrega escalera con 42 escalones analógicos. O esperar que se vacíe el ascensor de 13 plazas de una filmoteca con 555 butacas.

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Desencantos meteorológicos
Desencantos meteorológicos

Las escaleras mecánicas de la Filmo tienen espejos para que, según decía el arquitecto, el espectador se sienta también actor protagonista. La idea se repite en la gran cubierta de los nuevos Encants Vells, reflejando “para hacer evidente la relación mercado-ciudad”. Los espejos tienen su gracia, pero no hacía falta tanta tontería conceptual y condescendiente para justificarlos. El esfuerzo mental se podía haber reservado para cosas más prácticas. Si quieres una cubierta contra el sol y la lluvia, no la pongas a 24 metros de altura y sin laterales, que te entrarán a saco cuando caigan de lado. Es lo que tiene hacer arquitectura en un planeta con atmósfera que gira alrededor de una estrella.

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Una sala demasiado grande
Una sala demasiado grande

Los encontronazos de los arquitectos con los fenómenos de la naturaleza son habituales. Ya le pasó a Ricard Bofill cuando proyectó el Teatre Nacional de Catalunya. Se repasó todos los apuntes de estudiante dedicados a la ampulosidad grecorromana, pero se olvidó de echarle un vistazo a las notas sobre la propagación del sonido y otras sutilezas físicas. El resultado fue un coliseo neoclásico de aspecto arrollador, pero con una Sala Grande demasiado espaciosa, difícil de llenar, y con una acústica llana y seca, dondees difícil escuchar los monólogos y los diálogos a viva voz. El resbalón ha requerido constantes obras de mejora y la amplificación de los actores.

Idioteces del nomenclátor

Barcelona tuvo durante siglo y medio un calle del Duc de la Victòria, homenaje al general Espartero, que en 1842 bombardeó la ciudad. Desde 2007 es la calle del Duc, a secas, en una modificación que no lo ha arreglado del todo. En cambio, el Secretari Coloma, introductor de la Inquisición en Cataluña, pervive entero en una calle de Gràcia. No ha sido víctima todavía de los periódicos replanteos toponímicos, como el de la Transición, en el que empezaron a catalanizar los nombres. En algunos casos, con una normativa delirante de tan ultra. ¿Era necesario convertir la callejuela de Sarrià dedicada a la ciudad canaria de Arrecife en la calle del 'Escull'?

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Guerra en las aceras

Un paseante sigue embobado dos líneas blancas del suelo, cuando de repente lo despierta el timbre histérico de un ciclista, que reclama que cumpla el punto 2 del artículo 14 de la ordenanza de circulación y deje de entorpecer el carril bici de la acera. A un ciclista se le acaba el carril segregado, pero duda de si subirse a la acera, por miedo a que algún peatón le acuse de incumplir la segunda parte del punto 6. Cuando en 1990 se inició la red de carriles bici de Barcelona, a algún genio se le ocurrió que no solo se le ganaría espacio a los coches, sino sobre todo en las aceras. Desde entonces, guerra abierta entre ciclistas y transeúntes. Algunos conductores todavía sonríen con disimulo.

El código penal de las terrazas

Para acabar de llenar las aceras barcelonesas, encontramos también las terrazas de bares y restaurantes, un clásico mediterráneo de volátil regulación. Hasta 2013, los criterios variaban en cada distrito. Desde el año pasado, se rigen por una nueva ordenanza, unificada, pero que no se aplica en algunas avenidas y plazas, entre ellas las más turísticas. Mientras, los locales de barrio se las arreglan como pueden para cumplir una normativa exasperante de tan exhaustiva, con grandes ideas como prohibir los toldos fijos con publicidad en una ciudad donde muchas terrazas tienen toldos fijos financiados gracias a la publicidad. Ahora los más pillos la tapan con pintura para evitarse el disgusto de una sanción.

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Sillas para parejas en crisis

La Instrucción de alcaldía relativa a los elementos urbanos establece una veintena de requisitos para las sillas de los espacios públicos. Está llena de medidas, proporciones y materiales, pero no hace referencia a la distribución, muchas veces de lo más desconcertante. Todos podemos comprender que en las zonas céntricas pongan solo sillas unipersonales, y no bancos, no vaya a ser que un vagabundo se estirara a dormir o dos guiris fornicaran en la postura del misionero. Pero cuesta más de entender que a menudo las púdicas sillas se coloquen de dos en dos y en sentido opuesto, cosa que obliga a quienes se sientan a darse la espalda. ¿Charlar mirándose a la cara tampoco es cívico?

Poco lavabo para tanto efluvio

Defecar en la vía pública en Barcelona, si te pillan, sale caro: unos 250 euros si descargas en una calle normalita y entre 750 y 1.500 euros si te da por cagarte en la Sagrada Família, o en cualquier otro monumento multitudinario, tal como establece la ordenanza de civismo de 2005. Mear o escupir tampoco sale gratis. Con todo, lo recaudado con las seis mil y poco denuncias anuales no cubre ni la mitad de los dos millones que el Ayuntamiento destina a la limpieza de efluvios. Es el precio de tener muchas disposiciones cívicas pero pocos lavabos públicos en una ciudad donde cada año circulan más de nueve millones de vejigas, entre indígenas y turísticas.

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Deporte de baja competición

El diseño barcelonés de espalda contra espalda empieza a hacer fortuna también fuera de la ciudad; quizá todavía no en el ámbito internacional, pero sí en el suburbano. En Sant Andreu de la Barca, por ejemplo, hay un parque público donde se pueden practicar el básquet y el fútbol autistas, modalidades en las que los equipos rivales nunca pueden competir, ya que las canastas y las porterías, en vez de estar en los extremos de la pista, encaradas, están en el medio, en direcciones contrarias. Es un diseño inútil, que no permite jugar ningún partido, pero de notable ahorro, ya que solo hace falta un soporte para las dos canastas y una única portería de fútbol central, de dos caras y una red compartida.

Urbanismo de alto riesgo

En las tres pistas de básquet del parque de la Solidaritat d’Esplugues de Llobregat las canastas sí que están en el extremo, pero solo en uno; en el otro no hay, por eso de evitar las aburridas instalaciones reglamentarias. Además, en estas pistas no todo es eficiencia, también hay la emoción del peligro, gracias a una versión fitness de las escaleras rompefémures de las plazas duras barcelonesas. Las tres pistas están colocadas una al lado de la otra, sin separación, en una pendiente escalonada. Así que, al probar que la pelota no salga por la banda, puedes caer sobre un jugador de otra pista o, si vas muy rápido, directamente en el badén de la Ronda de Dalt.

Dijeron...

“Majestad, ante sus pies, la ubre”, Joan Pich i Pon, al mostrar Barcelona a Alfons XIII desde la montaña del Tibidabo. “Me siento com un radiador romano”, dijo el alcalde al empuñar una espada en una visita a un museo.

“El centralismo que practica Pujol es una forma de machismo y una cosa un poco fálica", Pasqual Maragall, en una entrevista de 1999.
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“De casa se sale meado”, Joan Clos, en respuesta a las quejas de un ciudadano por la falta de lavabos públicos en Barcelona. “Todavía quedan 10 gorilas en el Ayuntamiento", dijo el alcalde al morir Copito de Nieve.

“Espero el AVE con escepticismo expectante, pero no pasivo", Jordi Hereu, en una entrevista. No era semiólogo, no.
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“Me gustaría felicitarte por tu medalla..." carta de Xavier Trias a los miembros de la Selección Española de Waterpolo, sexta en los Juegos Olímpicos de Londres.
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