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A pesar de que Barcelona esté en la fase 1 –y a que mucha gente se lo tome como si estuviera en la fase 4,9– hay muchas cosas que todavía echamos de menos. Sobre todo la discoteca. ¿Recordáis lo que era tomar la pista de baile, cubata en mano, y echarse unos bailoteos en vuestro antro favorito? Colisionar con la gente, bien sea con intención lúdica o lasciva (¡o ambas!) y culminar la noche, o bien en un estallido de gloria o abrazado a una farola, gordito relleno de whisky y Red Bull. Dos finales muy diferentes, pero con la manivela de la dopamina a pleno rendimiento.
¿Cómo será el regreso del ocio nocturno? Las discotecas reabrirán en la fase 3; según nuestro querido BOE, tan poco concreto, todavía desconocemos la letra pequeña. Pero entre los vaticinios del Instituto para la Calidad Turística Española (ICTE), influyente organismo privado, y la propuesta de la Asociación Nacional de Empresarios de Ocio y Espectáculos, nos podemos hacer una idea: el Ministerio de Sanidad está revisando las medidas propuestas para aprobarlas. Que seguramente serán la mayoría de las que enumeramos. Sopesemos los pros y contras.
1. La taquilla del establecimiento dispondrá de una pantalla protectora para garantizar la distancia interpersonal con el público. Se acabó llorarle a la oreja del taquillero para que te deje entrar de pena, so brasas.
2. Aforo reducido. Se está barajando reducir el aforo de los locales de ocio nocturno al 50 o 60 % de su capacidad.
3. Distancia de seguridad. Si ligabas menos en la disco que Espinosa de los Monteros en una casa okupa marxista, ahora lo tendrás más crudo todavía. Los clientes deberán guardar la distancia de seguridad, y para este fin el local señalizará las distancias en el suelo mediante cintas y marcas. O sea: más allá de esta raya no bailas, merluzo.
4. La utilización de mascarillas por parte del público será obligatoria en las zonas en las que no esté garantizada la distancia interpersonal. O sea que, si logras acercarte a tu objeto de deseo a menos de un metro, verás seriamente limitada tu capacidad de encanto. Claro que, viendo la cara de Espinete pimplando orujo que te gastas, a lo mejor esto juega a tu favor. Veremos nacer la figura del ligón de distancias medias.
5. Se fomentará el uso de reservados, en los que habrá que mantener una distancia de seguridad de metro y medio. ¡Una de cal y una de arena! El reservado existe para arramblar, ya puestos que pidan que sea obligatoria la presencia de una carabina (que es una señora mayor con cara de Las Hurdes siglo XIX ¡no una escopeta!). Pero por otra, será la primera vez que puedas acceder al reservado sin comprar una botella de Viuda Clicquot.
6. Los locales deberán tener termómetros sin contacto físico a la entrada. Seguramente nos tomarán la temperatura antes de entrar. Permitidme la broma: visto las hordas de calentorros y salidos que pueblan las pistas de bailes, el aforo quedará todavía más reducido.
7. Todos los aseos del local, públicos y privados, dispondrán de jabón, gel hidroalcohólico y toallas de papel para la higiene de manos. Sí, será la primera vez que te puedas lavar las manos y la cara en ese figón roñoso que frecuentas de antes las Olimpiadas. Oh, ¡limpiada total! Alguno saldrá del local más limpio de lo que entró, seguro.
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