LA BOCA DE PHOENIX
Para muchos, el año no empezó el 1 de enero, sino el 4, con el estreno de 'The master', la última genialidad de Paul Thomas Anderson. O, dicho de otra manera, el día en que vimos a Joaquin Phoenix de marinerito masturbándose a plena luz del día en una playa, con las venas del cuello hinchadas, los ojos de un cordero recién degollado, una joroba en la espalda que no sé cómo se dejó crecer y, especialmente, aquel inconfundible labio leporino enrojecido de tanta saliva como le iba fermentando sobre la lengua.
EUFORIA ANFETAMÍNICA
Apuntaba que sería un gran año, lleno de sorpresas. A mediados de marzo todo el mundo hablaba de 'Springbreakers', y de aquellas niñas desfloradas de Disney Channel que Harmony Korine había convertido en una terna de iconos kitsch pasadas de anfetas. Se habían puesto unos bikinis fluorescentes de escándalo y unos pasamontañas rosas como los chicles Boomer que mascábamos de niños, y movían las tetas mientras escuchaban a Britney Spears. Quizás es por una cuestión de simetría divina que el 2013 ha terminado, entre otras cosas, con 'La gran belleza' de Sorrentino, un filme delicioso, perverso e igual de efervescente, oyendo Raffaella Carrà cantando en italiano.
JÓVENES Y MAGNÍFICOS
Las cuatro cabras locas de 'Springbreakers' no han sido las únicas en enseñar sus tiernas carnes este año. Hemos tenido algunas películas llenas de energía juvenil. Las dejaré ir como balas de metralla. Son: 1) 'Despues de mayo', de Olivier Assayas, un canto impagable al desencanto de la generación que vino después del 68, 2) 'Un verano ardiente', la primera película de Philippe Garrel estrenada comercialmente aquí, y 3 ) 'Los ilusos', de Jonás Trueba, de la que, si os espabiláis, aún podréis rascar algún pase en el Zumzeig.
ALBERT SERRA, EL CREADOR
Calibrando y haciendo balance, hoy he llegado a la conclusión de que 'Història de la meva mort' ha sido el 'Holy Motors' de 2013, un antes y un después en mi vida. Si no eres de los pocos afortunados que la pudimos ver en la Filmoteca, en el Temporada Alta o, más recientemente, en La Pedrera, empezad a hacer presión popular para que la lleven de una vez por todas a las salas. Obra maestra, de las que todo lo trastocan.
TRES GRANDES MUJERES
Hemos pasado un otoño de grandes heroínas. Hemos visto a Cate Blanchett convertida en una Blanche DuBois neurótica, fatigada y con un punto de histeria incontrolable, bajo las órdenes de Woody Allen. Hemos visto a Juliette Binoche con sus casi 50 años y sin gota de maquillaje, con una piel transparente como de serpiente en tiempo de muda, encarnando a Camille Claudel en aquel trágico final en el manicomio de Montdevergues. Y hemos visto, también, a Cameron Diaz restregando el sexo contra el parabrisas de un descapotable, el único momento memorable de 'El consejero' de Ridley Scott, fiasco mayúsculo de las ultimas semanas.
LA BOCA DE ADÈLE
Sí, empezamos el año con los labios partidos de Joaquin Phoenix, en uno de los papeles de su vida, y la hemos acabado con los de Adèle Exarchopoulos, la protagonista de 'La vida de Adele'. Tiene una boca brutal, que parece que se haya pegado a un anzuelo de pesca que alguien va tensando varios kilómetros por encima de su cabeza. Una boca que lame, que chupa el jugo de las ostras, que aspira el olor de sexo, que bebe una terrible combinación de vino blanco con mocos. Unos morros carnosos como almohadas de plumas de ganso en los que a muchos no nos molestaría dejarnos perder.