Alfombras voladoras, hechas a partir de neumáticos de bicicleta, o alfombras estampadas con los dibujos de Eduardo Chillida que recuperan la verticalidad de los tapices cuentan su historia. Nani Marquina creció rodeada de creatividad y aceiteras y, tras estudiar diseño industrial –y movida " por la obsesión de buscar lo que no existe"– comenzó a explorar el mundo de la alfombra contemporánea, un universo que pisa desde hace 25 años. "Ahora las esteras ofrecen un confort visual y estético, y definen tu estilo" , explica tras recordar el origen de una pieza concebida para calentar, que varía de forma, colores y texturas en función del país donde se produce.
Las 'nanimarquina' están hechas en el norte de la India, Pakistán y Marruecos –y la marca presume de ello– para recuperar el valor artesanal de las alfombras que, diseñadas por ella o en colaboración con creadores ilustres, siempre han buscado sorprender: primero lo hicieron con las geometrías, después con los dibujos y, finalmente, con las texturas. En su tienda hay mucho color y objetos de diseño que conviven plácidamente con los de artesanía étnica, una de las debilidades de la diseñadora. Todo son estímulos para el tacto y guiños al arte, al que se ha acercado poco a poco y con respeto. Nani Marquina quiere seguir recuperando, este es uno de sus verbos de cabecera, y apunta que sus futuros proyectos continúan "a ras de suelo": hablamos de muebles.