A Marc Cuenca le gustan los cuentos con lobo. Será porque es el único que come. La taberna Els Tres Porquets acaba de cumplir seis años (el tiempo corre más que Killian Jornet) y ha abierto la bocadillería La Caputxeta, cuyos vinos con ideología, es decir, naturales, los pone su compadre Joan València. He elogiado otras veces esa rama salvaje de la agricultura que promueve líquidos sin Photoshop y, para descanso del hígado, con menor graduación. Que en Poblenou alguien se la juegue con un negocio de bocatas finos y botellas poco convencionales es merecedor de atención.
Conocí este local en su primera vida como Be Sushi y ha renacido con otra especialidad. Buen trabajo gráfico por parte de Lo Siento Studio, cuyas etiquetas y embalajes son claros y fantasiosos. Hace años que el bocadillo gurmet, y su deriva hamburguesil, tiene buenas representaciones en Barcelona con dos aperturas importantes este año: Entrepanes Días, de Kim Díaz, y La Caputxeta. Ambos despachos comparten los panes del Forn Sant Josep. El pan, como el arroz del sushi, es el vehículo, pero, principalmente, el corazón de ese cuerpo. Si falla, un engendro.
El vermut de la casa, con su punto justo de amargor, lo comercializarán y acompaña las patatas de Coromines (de Badalona, un tardío descubrimiento), las anchoas y las aceitunas de El Xillu (#fan) y la secallona del Pallars.
Joan València ha organizado la hoja vinófila por colores: blanco, rosado, tinto, rojo y anaranjado. La primera botella es un blanco, un