La Cucchiarella se ha ganado una justificada fama por los alrededores de la rambla del Raval. Sus platos, elaborados diariamente, son, además de económicos, muy sabrosos y de rigurosa receta italiana. Es una de las muestras más fehacientes su parmesana, una lasaña en la que finas rodajas de berenjena reemplazan la masa de harina, hecho que va muy bien para los celíacos y que encanta a los vegetarianos. Todos los platos que preparan son para llevar o para comer en un espacio informal pero confortable, luminoso y muy alegre. También ofrecen la lasaña típica con salsa boloñesa y bechamel, raviolis, gnocchis, salteado de berenjenas o setas y platos de pasta como los espaguetis o los macarrones.
La lasaña. ¡Ay! la lasaña... Estamos frente al plato más maltratado -con permiso de los espaguetis a la carbonara- del fecundo trasvase culinario Italia/Cataluña. Pedir lasaña es una ruleta rusa: cuántas veces aparece un infame congelado en el plato, disfrazado con un exceso de bechamel (¡también de bote!). La lasaña es un plato comprometido: sencillo y bien hecho, es buenísimo. De otra manera, mejor ni hablar. Es por eso que vale la pena indicar los lugares donde tratan a este plato como se merece.