Cenar a la luz de las velas está muy visto. Sin embargo, en Barcelona, en los últimos tiempos, proliferan las iniciativas que juntan la gastronomía de muy buen nivel con el arte conceptual, la 'performance', la experimentación, o sencillamente con un exquisito espectáculo de danza. Son propuestas fuera del circuito habitual de los restaurantes, pero que vale mucho la pena conocer.
JUEVES EXQUISITOS
El Poblenou es el hábitat natural de los gastrohappennings. Aquí las Filles Föllen -Margherita Bergamo y Tuixén Benet, núcleo de este grupo de danza experimental- admiten que su inmenso local de ensayo-loft, el Espai Erre (Àvila, 124) "no es ni un teatro en condiciones ni una cocina en condiciones". Pero la verdad es que en el ciclo Dijous Exquisits ha habido excelencia artística y buena cocina: una combinación equilibrada de gastronomía y artes escénicas contemporáneas (se ha visto danza, teatro y flamenco) donde "espectáculo y gastronomía nunca se simultanean, para no desvirtuarse", explica Bergamo.
Y más que habrá: a partir del mes de mayo vuelven los Dijous, con el añadido que los viernes también lo serán. Jugada redonda: por unos 30 euros, 30 afortunados podrán disfrutar de un taller de cocina, una cena con maridaje y un espectáculo completo, con primera copa, y las performers Föllen amenizando el servicio. Ada Parellada, Marcel Gasull, del Morro Fi, y Sergi Canals, del Riera 29, son algunos de los cocineros que han puesto la comida, siempre en connivencia conceptual con los artistas.
Más información en www.lesfillesfollen.com
UNA COMIDA EXPERIMENTAL
En unas coordenadas similares pero con un ánimo más experimental -y casero- la asociación Nyam-Nyam (Pallars, 94) expone a quien pague doce euros, cada jueves a mediodía, de 14 a 15 h, su proyecto artístico 'Todo lo que me gusta es ilegal, es inmoral o engorda'. Un work in progress que, entre otras percepciones sensoriales, se prueba.
Abandono el vocabulario de fichas de exposición de museo: "La pedimos a un creador que venga a enseñar su trabajo sin ninguna limitación, y lo vinculamos con la comida, o mejor dicho, explicamos qué hace a través de la comida", dice la performer y coreógrafa Ariadna Rodríguez, impulsora del tema. Un acogedor loft del Poblenou con cocina es el escenario de una propuesta en la que "la comida es un medio, no una finalidad".
Pero saldréis bien comidos, y haréis cosas. Ejemplo: durante febrero, Aimar Pérez Galí, bailarín, performer y creador, expuso su concepto de fermentación de las relaciones humanas en las microcomunidades, al mismo tiempo que los asistentes colaboraban en la preparación de alimentos que fermentan y después comieron un menú fermentado. ¡Ei!, se come bien: el equipo del Cabaret Elèctric de iCat.cat hizo aquí la cena de Navidad. Información e inscripciones en el T. 93 320 80 28 y en www.nyamnyam.net
LITERATURA EN PROCESO
Entramos ahora en un ámbito mucho menos arty, donde procesos creativos y gástricos confluyen por gracia de una cena excelente. La escritora Ada Castells y la cocinera Ada Parellada ya hace tres temporadas que organizan, en el restaurante Semproniana (Rosselló, 148. T. 934 53 18 20), las cenas coloquio Dimecres Inèdits. Castells explica que son "encuentros informales donde un escritor avanza lo que tiene en el horno". Y no necesariamente se llenan de fans fatales: "A veces hay gente que no ha leído nada del autor, pero que está muy interesada en los procesos creativos de la literatura".
Se procura que el autor no prepare ningún discurso, pero con una buena predisposición de las dos partes "todo acaba como una charla y nos explica todos los rituales a la hora de escribir".
El aforo no supera las veinte personas, en mesa redonda, para que todo el mundo pueda participar. Por 35 euros, un exquisito y largo menú adecuado a la obra del autor (a Andreu Martín le prepararon sangre e hígado frito). Como en casa, vaya.
EL CONCIERTO EN CASA
Y eliminamos la partícula comparativa en las actividades que ofrece Gaudium
(www. gaudium.cat). Ellos van a vuestra casa. Este es el granito de arena que Marina Villacampa, periodista, y Conrad Dalmau, músico, han puesto en la "descentralización del consumo de ocio fuera de casa", dice ella. Todo empezó cuando, medio en broma, llamaron a Toti Soler para ver si le apetecía tocar en casa. ¿Cuánto estáis dispuestos a pagarme? Fue la respuesta. Se rascaron los bolsillos y al final fue.
De momento trabajan gastronomía y música separadas: por un lado, os pueden enviar a cocineros de todo tipo a domicilio para que descubráis qué es la raw food o para que Ada Parellada -¡otra vez ella!- os inculque su idea de cocina mediterránea. Son talleres en los que después se come. Por el otro, pianistas top como Jordi Camell o Albert Bover le darán marcha al Yamaha que sólo sirve para acumular jarrones y polvo del pasillo, aunque también tienen en el booking grupos efervescentes como Pulpopop. En el sofá de casa nadie os tapará la vista.
CENAS Y BONDAGE
Se está bien en casa, ¿verdad? Pero subir las escaleras del Hidden Factory
(www. hiddenfactorybarcelona.com) es como el inicio de un film de la Hammer. Este restaurante privado, ubicado en un precioso loft de Joaquín Costa, está dentro de una de las antiguas fábricas que rodeaban el Barrio Chino cuando era una zona industrial. Deberéis cruzar un lóbrego, inacabable pasillo digno de un 'torture porn' de los buenos, subir unas escaleras encantadas o ascender con un elevador industrial sin techo. Qué miedo, tío.
Detrás de la puerta negra, no os esperan Jason ni Freddy, sino una antigua fábrica de cobre donde los cocineros Javier Morón y Sergi Salguero hacen cenas creativas y pantagruélicas (12 platos a 80 euros), para dos personas como máximo. Si miráis el suelo, veréis unas manchas de pintura casi borradas que me aseguran que son de Tàpies (el piso fue su primer taller en Barcelona).
Fuera de aquí, juegan fuerte: en el Wine Center del Poblenou montan cenas afrodisíacas con exhibiciones de shibari -el artístico bondage japonés- y vermuts rumberos donde la periodista Mariajo López Vilalta explica la historia de la rumba catalana y nos enseñan a dar palmas.
ENTREVISTA: Spoonik
Jon Giraldo y Jaime Lieberman, cocineros formados en El Celler de Can Roca, Saüc y Hofmann, han convertido su casa en un restaurante privado: Spoonik (www.spoonik.com) es un espectacular chalet modernista en Lesseps que dos noches a la semana se abre a gourmets curiosos. Hablamos con Jon.
¿Cómo acaba uno convirtiendo la casa en restaurante?
Cuando estudiábamos, preparábamos cenas para los amigos. Y les parecía cojonudo que les explicáramos de qué iba cada plato. De tanto perfeccionarlo, acabaron viniendo familiares o compañeros de trabajo de los amigos. Y buscamos una casa para convertir las cenas en experiencias gastronómicas.
¿Aquí no sólo se cena, no?
Dar de comer bien lo hacen miles de personas. La gente quiere recibir algo más que comida, una experiencia. Esto se convierte en una súper sala, y tiene el morbo de ver la intimidad del chef. Pero también entramos en diálogo con otras disciplinas artísticas: la soprano Begoña Alberdi canta el área Casta diva, y los sabores de los postres representan lo que siente ella mientras canta. Hay otras sorpresas que no desvelaremos.
¿Ventajas y desventajas respecto al restaurante?
Somos dueños de nuestro tiempo y no existe la presión del servicio. Aquí cenen veinte personas, dos días a la semana, a 70 euros por cabeza. Está todo medido y obtenemos un beneficio mínimo. En un restaurante no se sabe nunca. Tú pides información y para acceder te enlazamos a nuestra red social. Para venir debes ser amigo, aunque seas un amigo virtual.
¿Desventajas?
¡Hay que publicitarse mucho! No hay ningún cartel afuera. Es que no es un restaurante. ¡Es nuestra casa!