Bohèmic
©JoanCortadellas/ElPeriódicoBohèmic
©JoanCortadellas/ElPeriódico

Bohèmic: el bistronómico que se cree bistrot

Bohèmic, pequeño lugar de gran cocina, debate sobre su futuro y una hipotética oferta de tapas al mediodía

Publicidad
Me habría gustado que esta fuera mi primera visita a Bohèmic para dejarme deslumbrar por el fogonazo del descubrimiento, guiar a la tribu hasta este bistronómic que se cree bistrot y escribir frases alteradas: "Calambrazos de creatividad en un lugar inesperado". Argumentaría que en ese decorado de inclinación francesa se representa alta cocina pequeña, alta comedia gastronómica en dosis homeopáticas. Y siendo todo eso verdad, la luxación entre contenido y continente, el respeto por un cocinero solitario, o habitualmente solo, que carga sobre las espaldas el tiempo, los siete años en los que Francesc Gimeno Manduley, 'Mandu', escoltado por su madre Maite, batalla para que este comedorcito sobreviva y recoja, en forma de público fiel, el reconocimiento que merece.

¿Qué hacer? ¿Cómo atraer a los comensales? ¿Acaso la oferta no es merecedora de desplazamientos desde otros barrios de la ciudad, de la provincia, del país? Piensa Mandu, ¿y si dedicara los mediodías al tapeo, a ese vermut al que se consagra la ciudad con pasión y sometimiento? Podría porque sus bravas ("tienen una salida fenomenal") son de las mejores, ahumadas, la salsa esponjosa, de un tiempo 'prepatatero' allá por diciembre del 2007. Y aunque seguro que esa oferta ligera sería magnífica, me interesa la complejidad de otras miniaturas, como las gambas en dos versiones.

 Gamba A: en un vaso, el bicho crudo con coco y lima, rollo thai. A parte la cabeza, de que saca  el jugo para engrasar la sopa y un botecito con aceite picante para redondear el aliño. Es el comensal el que termina el plato en un acto de cocina participativa.

Gamba B: otro cabezón de bigotuda, tostado con soplete en la sala, bocado que antecede al plato hondo con el cuerpo del crustáceo, 'packchoy' (verdura) y emulsión de fuagrás.

Ah, amigo, cómo te organizarás para sacar estas delicadezas a un hipotético comedor repleto, esfuerzo que requerirá de más cocineros, de más camareros, además de Maite y la ayuda inestimable de Eulàlia Torrens. "Soy una máquina, concentrado, cuando me pongo pam-pam-pam". Pam-pam-pam, plato tras otro. Este tío tiene más habilidad y peligro que Bruce Lee con los 'luchakos'.

Junto a una lamparita, recostado en un sofá corrido como un 'chevalier', bebo Bancal del 2011 y como grandes platillos: la ensalada de cangrejo real y soja verde (la leguminosa es prescindible), la almeja a la brasa con hinojo y jugo ahumado, el canelón de pollo con fuagrás y queso comté y el cordero del Ripollès con 'parmentier' realzado con 'kumquat' (cítrico), que Eulàlia enseña en una cazuela en la que humea el romero. Post clasicismo sacando la patita hacia la vanguardia. Doy estrellas a dos tastets: el bonito con tuétano, que requiere de nuevo de mi intervención para mezclar colágenos, y el 'mimolette' caliente, postre de queso cocinado que oculta un pastelito de zanahoria.

Salgo contento y preocupado, sin saber si a Bohèmic le queda mucha o poca vida comercial. Y escribo que estoy deslumbrado por el fogonazo del redescubrimiento y con ganas de guiar a la tribu a este bistronómic que se cree bistrot.

Más información

  • Mediterránea
  • Sant Antoni
  • precio 3 de 4
  • 4 de 5 estrellas
  • Crítica de Time Out
Bohèmic
Bohèmic
Es bueno encontrar un lugar donde la cocina aporte algo más que el placer y evoque recuerdos y sabores desgraciadamente olvidados. El restaurante Bohèmic se encuentra en este triángulo de maravillas reducidas y familiares (Casa Lucio, Rincón de l'Agüir, Can Vilaró) donde te reciben siempre con sorpresas agradables.Francesc Gimeno, de larga trayectoria en cocinas de buena reputación, se ha refugiado en una pequeña cocina y hace maravillas a pequeña escala: llamarlas miniaturas sería rebajarlas. Cocina unos platos que en estos momentos nadie hace en Barcelona, ​​como los huevos al calor, con sobrasada y col de Siberia, que harían resucitar el mismo Xavier Domingo, uno de los grandes expertos en cocina que ha tenido este país y que iba siempre a la búsqueda de huevos en cazuela. Sublimes y únicos con la col siberiana y patatas agrias de la Rioja, que ahora son nuevas, sabrosas y consistentes. Incomparable el foie gras del Empordà, que hace en un bote-au-feudo y con caldo corto y calçots fundentes. Este caldo corto es absolutamente increíble. O la butifarra de perol a la cazuela con un excelente pil-pil de piquillos. Otro comensal probó el magret de pato del Empordà, cocido encima de cenizas, con peras, chucrut, mostaza y jalea de riesling, que se prepara para dos personas.Aunque lo más intenso de la mesa y que ya se posiciona como plato estrella de Francesc es el costillar de cerdo embarrado, cremoso de tupinambos y trompetas de la muerte y sorbete de piña de Costa Rica. Todo pr
Recomendado
    También te gustará
    También te gustará
    Publicidad