Este local está cerrado.
Es bueno encontrar un lugar donde la cocina aporte algo más que el placer y evoque recuerdos y sabores desgraciadamente olvidados. El restaurante Bohèmic se encuentra en este triángulo de maravillas reducidas y familiares (Casa Lucio, Rincón de l'Agüir, Can Vilaró) donde te reciben siempre con sorpresas agradables.
Francesc Gimeno, de larga trayectoria en cocinas de buena reputación, se ha refugiado en una pequeña cocina y hace maravillas a pequeña escala: llamarlas miniaturas sería rebajarlas. Cocina unos platos que en estos momentos nadie hace en Barcelona, como los huevos al calor, con sobrasada y col de Siberia, que harían resucitar el mismo Xavier Domingo, uno de los grandes expertos en cocina que ha tenido este país y que iba siempre a la búsqueda de huevos en cazuela. Sublimes y únicos con la col siberiana y patatas agrias de la Rioja, que ahora son nuevas, sabrosas y consistentes. Incomparable el foie gras del Empordà, que hace en un bote-au-feudo y con caldo corto y calçots fundentes. Este caldo corto es absolutamente increíble. O la butifarra de perol a la cazuela con un excelente pil-pil de piquillos. Otro comensal probó el magret de pato del Empordà, cocido encima de cenizas, con peras, chucrut, mostaza y jalea de riesling, que se prepara para dos personas.
Aunque lo más intenso de la mesa y que ya se posiciona como plato estrella de Francesc es el costillar de cerdo embarrado, cremoso de tupinambos y trompetas de la muerte y sorbete de piña de Costa Rica. Todo presentado según los designios del chef Francesc, en lindas cazoletas, con cubertería de plata, botes de cerámica y platos adecuados para cada preparación.
Las explicaciones las da Maite, la madre de Francesc, y los detalles los redondea Francesc padre. Es una atención familiar singular, dedicada al comensal para que no se pierda ni un minuto del espectáculo. Un espectáculo sin estridencias ni prisas. Quien no sepa esperar un buen plato hecho al momento, quien esté mirando el reloj, en vez de disfrutar sabiamente el vino, mejor que no meta los pies. Son tiempos de cocina de lujo, pero no en el diseño ni en la presentación, sino en la calidad de los productos preparados con esmero y sabiduría. Un ambiente bohémico muy logrado, con aires franceses de bistrot, donde ya les gustaría tener este platos. Este es un lugar de obligada asistencia. Las prisas, en el perchero.
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