Copas low cost

Nirvana, Rage Against de Machine y Pearl Jam son parte de la banda sonora de este bar frecuentado por amantes del grunge, pero también del skate, el surf y los deportes urbanos. Mesas bajas con taburetes y pantallas gigantes donde se proyectan vídeos de skate o clips musicales, con paredes pintadas con grafitos conforman la decoración del local. Si vais antes de las 22 h, encontraréis los combinados a 3,5 euros. Ah, ¡también dan palomitas gratis!

Si vas de día, encontrarás una tienda de ropa y complementos. Al atardecer, después de cruzar la zona donde ha estado expuesto el género, te adentras en una atmósfera oscura, con mesitas y sillas bajas colocadas alrededor de una zona central que acaba siendo la pista de baile, cuando llega la noche. Los precios son ajustados: cañas a 1,5 euros y mojitos y caipirinhas a 6 euros. Perfecto para los amantes de la música de la década de los 80, tanto para empezar la noche –tomando alguna cosa sentados –  como para continuarla moviendo el esqueleto sin dejarse un riñón.

Si eres de los que se quedan con la cerveza, este lugar seguro que os interesará. La sirven por sólo 1 euro, y es por eso que acostumbra a estar bastante lleno. Haciendo honor al nombre del bar, sirven este destilado de alta graduación a 4 euros y también tienen fama los mojitos que preparan (a 5 euros). Además, también sirven almuerzos por la mañana: ¡atención porque el café para llevar sólo cuesta 0,5 euros! Para apuntarlo en la agenda.

Entrar al Sugar es adentrarse en un ambiente claroscuros, teñido de rojo, mezclarse entre los de aquí y los de allá. El bajo nivel visual es inversamente proporcional al auditivo: la estridencia de la música –una mezcla de disco, funk, reggae…– envuelve y te retiene un buen rato. Vale la pena ir, sobre todo antes de las 23 h, cuando ofrecen combinados por sólo 2,5 euros. La cerveza vale 1,5 euros y hacen buenos mojitos y caipiriñas. Muy indicado para quien quiera empezar una noche de fiesta a todo volumen por el centro de la ciudad.

Ver al barman del Cornelia prepararte un cóctel es como tener a un malabarista actuando para ti. Pero si a esto le sumas la destreza que tiene a la hora de pensar combinaciones y proporciones, te das cuenta de que es a un alquimista al que estás viendo actuar. Los cócteles y gin-tonics rondan los 6 euros. Una ganga si tenéis en cuenta la calidad del producto.

Aparte de las absentas (4,50 euros la de la casa), tiene los vodkas experimentales de Lily, una barwoman de categoría. Deguste sus especialidades de vodka macerados con chile, con albahaca o con romero por 4 euros.

Al Rabipelao, un bar venezolano con delegaciones en el Raval y el Gótico, os servirán mojitos deliciosos, una carta con más de 30 rones y una variedad de cócteles para enamorarse. Prueba la guarapita, un combinado de ron blanco y zumo de maracuyá que os transportará a las playas de Venezuela. Pura salsa. Atención: antes de las 23 h en el Raval y hasta las 24 h en el Gòtic, los mojitos y la guarapita os costarán 3 euros, y los daiquiris de fruta natural, 5.

¿Tenéis una antigua máquina de coser en casa? En el Celler d'en Frank Peterssein podríes pasaros horas si tenéis mono de Singer. Todas las mesas están hechas de pedales de máquinas de coser. Pero que quede claro, el tema de la máquina es una excusa. Los propietarios son encantadores, tienen Estrella Galicia, vermut de la casa y conservas fabulosas. Encontraréis gente del barrio y sabiduría popular. La última vez que estuvimos por allí, un señor de melena anárquica nos dijo: «Un poeta puede tener amigos, pero un inspector de haciendo no puede tener ninguno».

Sí, tal y como se lee. Los dos locales de Bareto (1 i 2) mantienen los precios de antes del euro. El café con leche con croissant vale 1,50 euros, pero no sólo han mantenido los precios de los cafés: si vais a hacer el aperitivo o por la noche encontraréis la caña a 1 euro… ¡Y con tapa de regalo! A los más nocturnos os gustará saber que el precio de los combinados también es muy ajustado: los encontraréis por entre 4 y 5 euros. Y en el Bareto 2, además, podréis disfrutar de música en directo que, de vez en cuando, ameniza las noches.