El bocadillo tradicional 'made in USA', más allá de la hamburguesa, es una cosa que había quedado desierta en Barcelona. Había, porque desde septiembre de 2014 que campa, en la parte más salvaje de Gràcia, el Chivuo's (leer con la tónica en la u). Alejandro Bringas y Juan Andrés Lattuf son venezolanos, barbudos sección 'hipster' y cocineros con experiencia en alta cocina en Barcelona y Estados Unidos. "Nos cansamos de estar en sitios que tenían la estrella o buscaban la estrella -explica Lattuf-. Queríamos hacer algo para quien no tiene 50 euros para gastárselos en una comida: la cerveza y el bocadillo son para el pueblo".
En un espacio bastante grande para hacer quince servicios de golpe, suficientemente pequeño para que ellos dos corten el bacalao desde la cocina y la barra, cocinan solo cinco bocadillos y sirven cinco cervezas. Pero qué bocadillos y qué cervezas. "Si hay que poner una etiqueta, la que nos gusta es 'slow street food'", dice Lattuf. Más que por el rato que se tarda en comer - servicio rápido, mordisco exquisito, visto y no visto- es "por el cuidado y el tiempo que dedicamos a cada producto". Porque su lujurioso bocadillo de 'pulled pork', cerdo rustido y desmigado, en la mano del comensal ansioso -lo confieso- dura siete minutos, pero ha pasado doce horas rustiéndose a baja temperatura.
Prueba antes de pedir
Otros 'hits' de la casa son el de ensalada de atún con cheddar fundido, el también americanísimo Philly Cheese Steak o un bocadillo de influencia latina, con pollo a la brasa y una picada de limón, cebolla y aguacate. Frescura y sabor de parrilla, imbatible en el maltratado terreno del bocata pollo. Hornean sus propios panecillos, y la otra pata del local es la cerveza artesana. Tienen seis tiradores en continua rotación, todos de productores locales. "Para mí la cerveza es muy gastronómica, y en cierto modo se puede cocinar, intervenir en su sabor", reflexiona Lattuf.
Buen detalle: antes de gastarse los tres euros y poco de una Edge Brewing barcelonesa, puede probar un chupito para ver si te gusta. También vale la pena preguntar por el bocadillo de temporada, que no sale en la pizarra. En Estados Unidos, se ve, dice que sí que funciona la meritocracia. Quizá por eso, sin haber hecho publicidad, Chivuo's ya dispone de un flujo continuo de yanquis que, de cinco en cinco, se sientan y piden bocadillos a mansalva (por cierto, las patatas, buenas, están incluidas). ¿Os habíamos dicho ya que es mentira que los americanos no saben comer?