Su propietario, el danés Mads Rademacher, valora que "aunque aquí haya un retraso de un par de años respecto del norte, Barcelona aglutina el gran capital de la cerveza artesana del sur". "Es muy interesante lo que está pasando –afirma–, y traemos cerveza directa de proveedores de Suecia, Noruega y Dinamarca, que son el epicentro de la cerveza artesana en Europa". Las referencias de la pizarra negra del Ølgod "en teoría cubren todos los estilos de cerveza", dice.
Aparecen ordenadas por productor, malta y sabores, y si os perdéis en el laberinto lager, IPA o Lambic, simplemente decidle a Alex, amabilísimo y experto tabernero, qué os apetece.
El Ølgod es una jugada estilo Gattopardo, donde todo se ha movido para que siga igual. Este y su hermano Kaelderkold (Cardenal Casañas, 7, quince tiradores) eran los vegetarianos Juicy Jones, que abrieron en 1997, cuando los zumos sólo eran de naranja y el veganismo, cosa de frikis naturistas.
"Hemos cambiado los zumos para la cerveza y el día por la noche: pero el espíritu es el mismo. Buscamos hacer las cosas bien, nos interesan menos el dinero que la calidad u ofrecer mejores condiciones a los trabajadores", explica. Él se dedica a la cerveza, y de la cocina se encarga el mismo jefe de cocina de los últimos diez años del Juciy Jones.
Esto se traduce en una pequeña carta de comida vegetariana, de recetas sencillas pero de calidad, donde todo es casero (incluso los nachos). Ningún plato sobrepasa los seis euros: raviolis de espárragos con pesto y tomate (5 euros), veggie burger excelente (con patatas fritas de las buenas y ketchup artesano de la casa donde es un placer mojar, 4,50 euros) o croquetas de queso idiazabal o la sopa del día (3,50 euros). El menú del día es muy generoso: por diez euros, pinta (!) de birra excelente –si os gusta probar, dos medias pintas diferentes–, hummus con crudités, 'veggie burger' y pastel de zanahoria recién hecho.