Este local está cerrado.
El 'wall of fame' del Klavier es un abismo que te devuelve la mirada: David Carabén y Pepe Viyuela son algunos de los inmortalizados que me observan desde este ecléctico Olimpo. Estoy accediendo a una dimensión alternativa: el Klavier ama la nobleza de los pubs de los 90, con sofás aterciopelados, cristales con pentagramas, 'bartenders' con chaleco y una máquina de karaoke clásico llena de La Oreja de Van Gogh. No obstante, el Klavier tiene un arma secreta que atrae a las aves nocturnas como la yugular al vampiro: un piano señorial que os acompañará para que cantéis lo que os dé la gana.
Parece una tontería, pero si os amorráis a un Margarita, un ritual decadente por fuera será increíblemente sanador por dentro. Una cura espiritual. Quizá por eso, de madrugada, florece un ecosistema imposible. Tenemos abuelos marchosos del planeta Sirex, modernitos que quieren sensaciones fuertes, farándula catalana. Tenemos veteranos de la caña y 'cougars'. Tenemos artistas malditos, cantantes de orquesta reumáticos... Es una cabina de los hermanos Marx transgeneracional. Un refugio que lo tiene todo, cócteles contundentes y un piano que satisface una necesidad ancestral cuando has bebido: cantar hasta reventar los tímpanos del respetable.