Barcelona a peu

Ocho rutas a pie por Barcelona

Itinerarios para conocer las caras menos conocidas de la ciudad

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Si pensáis que lo habéis visto todo de Barcelona vais muy desencaminados. Para que encontréis bien el camino,os hemos preparado ocho rutas que os descubrirán las caras menos conocidas de la ciudad.

1. Los antiguos caminos del agua

Inicio: L11 Vallbona
Final: L4 Trinitat Nova
Duración: 3 horas
Dificultad: Media

En el límite norte de la ciudad, Vallbona ha quedado aislada durante décadas del resto de Barcelona por el manojo de carriles de autopistas, la vía del tren y el río Besòs. De este modo ha preservado una esencia rural imposible de encontrar en ningún otro barrio. Buena parte de su territorio son campos y huertos, bañados por el Rec Comtal, la canalización construida el 954 para llevar el agua de Montcada a Barcelona y que sólo queda al descubierto en este barrio. Lo encontraréis dirigiéndoos hacia la plaza Primer de Maig. Con la mirada más fresca, volved a la Ciudad Meridiana, el barrio de bloques que suben por el pie de Collserola. Desde la plaza Roja seguid la calle Rasos de Peguera para encontrar un imponente acueducto del siglo XIX que se eleva por encima de un campo de fútbol en desuso.

Un patrimonio desconocido

Un poco más arriba hay otro tramo, el que se vislumbra desde la carretera. ¿Cómo puede ser que estos antiguos y monumentales acueductos sean tan desconocidos? Mientras los pensáis, volved a bajar hacia Torre Baró. Pasada la plaza del Eucaliptus, os adentráis en otro barrio insólito. En lugar de bloques encontraréis pequeñas casas integradas en la vegetación de Collserola. Seguid la calle Llerona, hasta el pequeño parque de Apolo, donde veréis el primer vestigio del acueducto de Torre Baró, más chato que el de Ciutat Meridiana. És un momento perfecto para beber en la fuente y recuperar fuerzas para subir la calle Ripollet y después Palau-Solità camino de la Trinitat Nova. Por aquí no hay ni aceras: sólo pasan los vecinos y el autobús del barrio. Unas últimas vueltas del acueducto en una curva anuncian que os aproximáis a la Casa de l'Aigua, en la calle Garbí, un sorprendente recinto modernista diseñado por Pere Falqués que acoge la antigua estación de distribución de aguas y la casa del guarda. Muy cerca encontraréis la estación de metro de la línea 11.

2. Las masías de Horta

Inicio y final: L5 Horta
Duración: 2 horas y media (con paradas)
Dificultad: Media

Cuando todo esto eran campos, en Horta se contabilizaban más de medio centenar de masías y casas solariegas. El proceso de urbanización las fue haciendo desaparecer, pero algunas han resistido a las excavadoras. Buscar estas antiguas masías es una buena excusa para explorar el distrito de Horta. Junto a la plaza Ibiza encontramos Can Mariner, una masía que data del siglo XV y que desde 2008 funciona como biblioteca pública especializada en teatro. Mientras consultáis libros podéis admirar la magnífica chimenea interior embaldosada o afuera, mirar la hora en el simpático reloj de sol que da color a la fachada. Seguimos por la calle de Horta hasta la antigua Plaza Mayor, donde encontraréis los restos de Can Gras (Pl. Santes Creus, 20), masía ahora dividida para alojar otros negocios, como un popular local de samba que cuenta con una de las terrazas nocturnas más frecuentadas del barrio. Bajad por la calle Duero y, al llegar a la calle Petrarca, meteros por un vial hasta la Residència Asil Fundació Valldejuli, antes conocida como Can Querol, que luce unos magníficos esgrafiados del siglo XVIII.

Equipamientos municipales
Cruzad el paseo de Maragall para visitar, en la esquina con Frederic Rahola, Can Fargas, una preciosa e histórica masía que es propiedad del Ayuntamiento. Después de muchos meses de luchas vecinales, Can Fargas es la Escuela de Música de Horta-Guinardó. Adentraros en el barrio de la Font d'en Fargas por la calle Peris Mencheta, donde podréis admirar el edificio neoclásico de Can Carabassa, ahora sede de la escuela SAFA y que también fue conocida como Villa Maryland cuando residían los abuelos de la escritora Carmen Kurtz. Atravesad el Carmel hasta llegar al Pasaje Andalet, 11, que recibe el nombre de la masía de Ca n'Andalet. También la recuperó el Ayuntamiento para reconvertirla en un equipamiento de Barcelona Activa.

Con mucho gusto
Comer cocina tradicional o festejar una celebración en el recogimiento de una masia sin salir de Barcelona. Esto es posible desde hace años en los restaurantes Can Cortada y Can Travi Nou. En 1982 los propietarios de Can Travi Nou decidieron que esta antigua masía reformada como torre residencial sería el marco perfecto para un restaurante diferente. Doce años más tarde, adquirieron también la Masia Can Cortada, antigua torre de defensa del siglo XI que pertenecía a los señores de Horta. Actualmente, ambas masías permiten saborear, y no sólo en la mesa, todo el sabor del pasado.

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3. La gran travesía

Inicio: L5 Vilapicina
Final: Pàdula (FGC)
Duración: 6-7 horas
Dificultad:
Alta

Iniciad el itinerario desde la salida de metro de Vilapicina por la calle Teide para subir hasta el parque del Turó de la Peira (128 m) a través del barrio del mismo nombre. El cerro formaba parte de la finca de Can Peguera, que ha bautizado otro barrio de urbanismo único en Barcelona. La cuadrícula de casetas con techos de tejas rojas de Can Peguera se divisa entre el pinar del parque. Volved a bajar hasta Fabra i Puig e iniciad el tramo más largo entre colina y colina. Cruzad todo el barrio de la Font d'en Fargas por el paseo del mismo nombre. Llegad a la plaza de la Font d'en Fargas y buscad la entrada al parque del Guinardó por Maurici Vilomara para llegar hasta el Turó de la Rovira (261 m), al final de la calle Marià Labèrnia (¡preguntad si no queréis perderos!). Encontraréis las baterías antiaéreas y la mejor vista en 360 º sobre la ciudad. Bajad por la calle de Mühlberg, cruzando el impresionante puente que se levanta por encima de una cantera y rodeados de las casas de autoconstrucción que el eterno proyecto del Parque dels Tres Turons hace peligrar.
Llegad a la carretera del Carmel y visitad el Santuario antes de adentraros por el parque, por uno de los caminos que bordean el campo de fútbol, hasta el Mirador del Virolai. Por detrás la escuela del mismo nombre llegaréis a la cota más alta del Cim del Carmel (267 m), que en este último tramo hace honor a la denominación de Montaña Pelada. Bajad hasta el Coll del Portell y por la calle Santuari os situaréis en el Parque de la Creueta del Coll, un buen lugar para hacer una pausa en el chiringuito junto al lago y la escultura de Chillida.

¡Ánimo, el objetivo está cerca!
Con las fuerzas recuperadas, subid por algunos de los pasajes que rodean el parque hasta arriba del Turó de la Creueta del Coll (249 m). Vigilad, porque aquí los caminos son más abruptos y no están señalizados. La “creueta”, por cierto, hace honor a su diminutivo. Bajad para cruzar el viaducto de Vallcarca, y aprovechad las escaleras mecánicas (¡que gusto!) para llegar hasta el parque del Turó del Putxet (135 m), rodeado de casas señoriales. Descended por la parte más baja del barrio para cruzar General Mitre hasta el Turó de Montarols (120 m), el más accesible de los seis, hecho que a estas alturas de la caminata se agradecen mucho. ¡Habréis coronado las seis cimas!

4. Oasis del Barri Gòtic

Inicio: L1/L3 Catalunya
Final: L4 Jaume I/ L3 Drassanes
Duración: una hora y media
Dificultad: Baja

Esta ruta funciona por sí misma, pero también puede servir como una guía de paradas en cualquier otro itinerario por Ciutat Vella. Para comenzar bien el día, podés desayunar en la terraza del Olivia Plaza Hotel de plaza Catalunya: un rincón increíble, enmarcado por la parte posterior del conjunto románico-gótico de la contigua iglesia de Santa Anna, de la que podéis visitar el claustro.

Quietud entre el caos
Saciado el cuerpo y el espíritu, podéis ir a alimentar el intelecto. En el Ateneu Barcelonès de la calle Canuda presumen de uno de los jardines más bonitos de la ciudad, una preciosidad romántica situada en el primer piso donde, eso sí, es difícil entrar si no sois socios o si no tiene lugar algún acto público. Si en el Ateneu os cierran la puerta, id a consolaros al lado de la piscina del patio del Hotel Catalonia Portal de l'Àngel y dejaros embrujar por los engaños pintados por Carles Arola, que ha recreado en las paredes la ilusión de un patio de pueblo mediterráneo. En cambio, las trece ocas que se pasean por el claustro de la Catedral son bien reales. Es mejor ir temprano porque luego hay que pagar entrada y se llena de turistas. También se llama Catedral el hotel tras el Colegio de Arquitectos. No dispone de claustro pero sí de un bar-terraza en un recinto interior abierto, el 4 Capellans, nombre que revela su dirección. Si os habéis atrevido a llegar hasta la Rambla, os recomendamos recuperaros en el Hotel Petit Palace Opera Garden (Boqueria, 10). Aquí, el encantador jardín interior de un antiguo palacete del siglo XIX es semipúblico, por eso tenéis el derecho a permanecer en él sin tener que consumir en el bar. La prueba de la tranquilidad que se respira son los gatitos que holgazanean sin inmutarse ante los, por ahora -¡y que dure! -, escasos visitantes. Seguid bajando hacia el mar y haced la última parada en la terraza del Centre Cívic Pati Llimona (Regomir, 3).

De patio en patio
La mayoría de los palacios góticos de la ciudad esconden patios muy interesantes y encantadores. Algunos, com el del Museu Marès, se ha abierto generosamente al público en forma de bar. También se pueden visitar el de la Casa de l’Ardiaca, delante de la capilla de Santa Llúcia, con una señorial palmera, y el patio renacentista del Palau del Lloctinent –en la plaza del Rei–, donde estaba antes el Archivo de la Corona de Aragón. Es más difícil entrar en el patio de la Reial Acadèmia de les Bones Lletres, en Sant Just, a menos que vayáis el jueves del Corpus Christi, cuando todas las fuentes de los patios del Barri Gòtic se ponen de acuerdo para hacer saltar con sus chorros un huevo: es el día de L'ou com balla, una tradición genuinamente barcelonesa que se celebra desde el año 1588.

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5. El otro Eixample

Inicio: L1/ L4 Urquinaona
Final: L5 Verdaguer/ L3 Diagonal
Duración: Una hora y media
Dificultad: Baja

¿Qué mejor que empezar la ruta admirando el primer rascacielos de Barcelona? Desde el edificio Abelux (1945) de Luis Rodríguez de Soto, que se encuentra en la plaza de Urquinaona esquina con Jonqueres, dirigiros hacia la calle de Pau Claris, 81, actual sede del Departament de Justícia. Cuando Francesc Folguera proyectó este edificio (1932), conocido como Casal Sant Jordi, para la empresaria Tecla Sala, era muy rompedor conjugar oficinas abajo y viviendas arriba en estructuras diferenciadas como denota la fachada. Así se daba paso del Novecentismo a la modernidad racionalista. Girad hacia Roger de Llúria y en número 35 encontraréis la sede del desaparecido Noticiero Universal (1965), ahora restaurante. Su fachada plana como una sábana es un manifiesto contra la decoración recargada del Modernismo. La diseñó Josep Maria Sostres, que introdujo en el Eixample los aires del Movimiento Moderno. Por la calle Diputació llegáis hasta Bailèn y os pondrá los pelos de punta un templete neoclásico de aspecto misterioso. Fue el Taller Pintors Masriera que estos hermanos artesanos le encargaron a Josep Vilaseca en 1888.

Templos y castillos
Seguid hasta la esquina de la calle Bruc con València, donde os encontraréis con el Conservatori Municipal de Música (1928) para el que Antoni de Falguera diseñó una especie de castillo con torreones que desafían al cielo del Eixample. Y acabaréis la ruta en la Diagonal, donde, en la esquina con Roger de Llúria, el arquitecto Josep Domènech i Estapà demostró que tenía poco que ver con el otro Domènech modernista al diseñar la Església de la Mare de Déu del Carme de estilo bizantino (1921). Entrar en su interior es como hacer un viaje espacio-tiempo al antiguo Bizancio. ¡Comprobadlo!

6. Diagonal Mar

Inicio: L4 Maresme-Fòrum
Final: L4 Selva de Mar
Duración: 2 horas
Dificultad: Baja

¿Este fin de semana os toca sacar de paseo a los más pequeños? Esta ruta os permite disponer de varios recursos para que se distraigan, y vosotros también, sin necesidad de hacer demasiados kilómetros. Mientras esperamos a que el Fòrum consiga sacar todo su partido, podéis ir hasta la Zona de Baños: tranquila y con aguas poco profundas. Después de chapotear, siempre entra un poco de hambre. En el centro comercial Diagonal Mar disponéis de todo tipo de oferta gastronómica. Seguro que alguna convence a toda la familia. Comed en la terraza y así les podréis enseñar el nuevo skyline de la ciudad a los niños: a la derecha, el Hotel Princess, delante el Hotel AC y las oficinas del Consorci de la Zona Franca, y a vuestro lado el Hilton. En el centro comercial también podéis ir al cine, jugar, comprar ropa para todas las edades o merendar magdalenas de todos los gustos. Pero vuelve a ser hora de tomar el aire. En el Parc Diagonal Mar se puede pasear, caminar o correr. O relajarse con la serenidad de las plantas aromáticas.
Y seguimos con la lección sobre los rascacielos: estas dos torres que parece que se vayan a caer forman la Illa de la Llum, y al otro lado, esos rascacielos de cristal nuevos son las Illes del Mar. Acaba el paseo y, ¿habéis echado algo de menos? Un mirador. En la plaza Ramon Calsina se está preparando la Torre de l’Aigua para que podamos ver el perfil marítimo de Barcelona desde una altura de 63 metros.

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7. Delicias de Sarrià

Inicio: Reina Elisenda (FGC)
Final: Muntaner (FGC)
Duración: 2 horas
Dificultad: Baja

El itinerario empieza en el núcleo antiguo de Sarrià, una zona siempre agradable para pasear. Justo detrás del mercado –situado en el paseo Reina Elisenda con Gran de Sarrià– encontramos las kukis, la denominación en ‘idiolecto’ de zona alta de unas galletas “creativas” que se personalizan según los gustos y las necesidades. Si ya tienes una marca de galletas preferida, pero sólo las venden en Nueva York o Londres, prueba suerte en Küppers & Sson (Negrevernis, 2. 93 203 21 72), una encantadora tienda al lado del ayuntamiento de Sarrià especializada en los mejores productos envasados de todo el mundo: aceites, pasta, sal, salsas...

Bajando por Major de Sarrià, en la esquina con Cornet i Mas, encontraréis el establecimiento que ha abierto Parxet (Cornet i Mas, 49. 93 205 55 30. www.parxet.es) para vender sus variedades de cava, vinos D.O. Alella y caprichos para acompañarlos. Una vez lleguéis a la plaza Artós, es un buen momento para detenerse en un café. Lluís Saula ha abierto Doctor Coffee (Pg. Sant Joan Bosco, 59. 93 205 91 23. www.doctorcoffee.es ), una cafetería con terraza donde la calidad es la norma tanto en el producto como en el servicio. Presumen de servir el café más bueno y caro del mundo, el kopi luwak. El luwak en cuestión es una mamífero indonesio degustador de granos de café que pasan sin alterarse por su sistema digestivo hasta que…vuelven a salir. Así que las defecaciones del animalito se limpian para producir el café más buscado entre los entendidos.

Del cerdo al cielo

Cruzad las Tres Torres, un barrio de vida interior muy rica, pero un poco sosa hacia el exterior. Al llegar a Sant Gervasi, deteneros en la charcutería La Garriga (Jacinto Benavente, 8. 93 201 45 97) para degustar lo mejor del cerdo catalán convertido en delicia gastronómica. Muy cerca, la plaza Sant Gregori Taumaturg funciona como centro neurálgico de las delicatessen en Barcelona pero vosotros dirigiros directamente al cielo. Al cielo de los quesos y de los foies, del champán (nada de cava) y de los ibéricos, y del caviar. En Tutusaus (Francesc Pérez Cabrero, 5. 93 209 83 73. www.tutusaus.com) podéis comprar o probar los manjares más exquisitos del planeta. Un orgasmo para los sentidos que os permitirá olvidaros de la crisis per unas horas. La digestión, por cierto, la podéis hacer también de manera refinada en el Turó Park, justo delante.

8. Las plazas de Sant Andreu

Inicio: L1 Torras i Bages
Final: L1/ L5 Sagrera
Duración: 1 hora y media
Dificultad: Baja

Los Jardins de la Casa Bloc, en el paseo de Torres i Bages, se merecen una visita para conocer lo que fue el gran proyecto del Grup d´Arquitectes Tècnics Catalans para el Progrés de l´Arquitectura Contemporània, inaugurado por Francesc Macià, pero truncado por la Guerra Civil. La Casa Bloc tenía que ser el prototipo de una arquitectura moderna y social. Un edificio capaz de cubrir necesidades imperantes de alojamientos sin disminuir la calidad de vida de los inquilinos: por eso el edificio crea estas casi plazas que facilitan la vida comunitaria sin cerrarlas a la ciudad. Cruzando el Carrer Gran de Sant Andreu encontraréis la plaza de Can Galta Cremat donde se ha conservado la chimenea de la fábrica. Volved hacia el centro del barrio, donde está la plaza Orfila, que ejerce de plaza Mayor y la plaza del Comerç, donde está el Versalles, situado en el edificio modernista de Can Vidal. A pocos metros, la gran plaza de Can Fabra recuerda el pasado industrial del barrio. Volved a cruzar la calle Gran y entrad en la plaza del Mercadal, una plaza porticada que aloja un mercado que ya funcionaba a mediados del siglo XIX. Ningún otro mercado en Barcelona desprende el aroma de éste, que parece aislado del resto del mundo e invita a sentarse y tomarse un vermú.

Plazas con reminiscencias
No muy lejos encontraréis la plaza de las Palmeres, una muestra del esplendor y decadencia de ciertas plazas antiguas del barrio: ajardinada y frondosa, pero también degradada. Ir hacia La Sagrera y pasad por el parque de la Pegaso antes de acabar la ruta en la plaza Masadas, una pequeña plaza real con aroma andaluz donde te quedarías todo el día, hasta que el sol dejara de iluminar el último de los naranjos.

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