Quizá Tarifa, la costa cantábrica o incluso las Canarias tienen más fama, pero el Mediterráneo también es agua de buenas olas. Surfear cerca de casa también es posible. Pero hay que estar atentos: pedid silencio cuando escuchéis la sintonía de la previsión meteorológica en la tele o, mejor todavía, descargaos apps como iBeach BCN -gratuita en iTunes y Google Play- para saber si el día pinta bien para coger la tabla y lanzarse al agua. Es cuestión de suerte: que las horas que tengáis libres coincidan, sobre todo, con un temporal de levante, garantía casi 100% de buenas olas.
De hecho, la irregularidad del oleaje es motivo de polémica entre los centros de surf: hay quien se niega a organizar cursos regulares "para no engañar a la gente", como nos dice Ferran Recasens, de la Escola del Vent de Badalona. Allí, recogen los teléfonos de los alumnos interesados y, el día que la previsión es buena, los llaman: "¡Corred! Hoy hay curso". "Si no lo hiciéramos así, los alumnos solo aprenderían a rema con las manos y a levantarse, no a surfear de verdad".
Pero también hay muchos centros que ofrecen cursos todo el año. Cada vez más y mejores. Desde 2012, los expertos de Pukas -la marca que equipa al crack mundial Gabriel Medina- tienen escuela en la ciudad, la única fuera del País Vasco. Abren de lunes a domingo, con cursos esporádicos por horas o una iniciación de un mes -12 horas, 125 euros-. También podéis alquilar material -tabla, neopreno y leash- o inscribiros en la newsletter en la que, ellos también, os avisarán cuando haya previsión de buenas olas.
Que el surf barcelonés está en alza lo demuestra también el aterrizaje de los especialistas gallegos de Art Surf Camp con sus cursos especializados o la aparición de tiendas con material, cursos o incluso un bar con comida y bebidas adaptados a los gustos surferos. En la red, también podéis buscar gangas en Barcelona Surf.
Encima de la tabla no hay límites, dicen los expertos. Por eso, la Escola Catalana de Surf se ha abierto al surfing4all, cursos especializados para discapacitados.
Pero el gran problema es que el Mediterráneo, en verano, es una piscina de agua salada. Muy bonito para los turistas y sus criaturas, pero un auténtico palo para los surfistas, que tienen que irse de vacaciones muy lejos. Pero los días de verano que estéis por aquí, también hay una opción: coger un remo, una tabla más grande, ponerse de pie y practicar paddle surf o stand-up. Es un deporte con una técnica muy diferente, pero sin el sufrimiento de estar pendiente de la meteorología. Todas las escuelas de surf ofrecen cursos, incluso hay una especializada. El paddle también es una buena iniciación para los más pequeños -a partir de 6 años, cuando sepan nadar bien-.
Fuera de la ciudad, podéis subir hacia el Masnou o subir a Port Ginesta -buen sitio cuando hay temporal de poniente- o Sitges -sus bancos de arena van de fábula- para encontrar olas.