Surf House

Aleluya! La peste bubónica guiri ya ha desaparecido. La Barceloneta vuelve a ser la Barceloneta. Ahora es el momento ideal para explorar el barrio, hacer el imbécil con el perro en la playa y, uno de mis pasatiempos favoritos, dejar pasar las horas en el Surf House olfateando la brisa salada que llega del mar embravecido.

Hasta hace poco yo era usuario diurno. Las hamburguesas, tártar de atún, sándwiches, ensaladas, nachos y pasteles que factura la cocina son cojonudos, una recompensa orgiástica si ha estado corriendo cerca de la playa o pedaleando como un animal por el paseo Marítimo. Pues bien, un buen día los amigos de la web Plateselector me avisaron que la bartender mexicana Samiyat Villegas es una crack, que los cócteles de la casa también son para quitarse el sombrero y que me tenía que pasar por la noche.

Tenían razón. En Surf House te sientes como en una cantina californiana de surferos con sobredosis de buen rollo. Ahora bien, lo mejor del local es su megaterraza: un espacio tocado por la mano de Dios a pocos metros de la playa; un mirador que, con el hormiguero turístico cerrado por vacaciones, se convierte en una purificación espiritual de narices.

Samy es muy buena. Me sirve una copa con lichi, sandía y ginebra infusionada con romero. El trago es vigorizante, refrescante y algo peligroso: el alcohol está perfectamente enmascarado. Una de las joyas de una carta corta, pero muy imaginativa. También preparan los clásicos, pero poniéndose en manos de la Samy, os llegará a la mesa una copa colorista, estimulante y de alta coctelería. Abstemios, adelante con los smoothies y batidos  -excelentes, Pero no se me ocurre mejor recurso para perder la virginidad etílica que la coctelería de este espacio relajante y polivalente-. El verano comienza ahora en Surf House.