Las mejores teterías de Barcelona

Si buscáis especialización y variedad, Caj Chai es vuestra tetería. El complicado nombre del local -se pronuncia xai-xai- es checo y hace referencia a las numerosas casas de té que hay en Praga. Antonio ha importado el modelo y, en un ambiente muy tranquilo, ofrece una de las mejores y más extensas cartas de té de la ciudad. Siguiendo el método Gong Fu, sirve tés de China, Vietnam, Japón ...

¡Ave María Purísima! No os lo toméis como una blasfemia: es la expresión que se os escapará cuando visitéis esta tienda del casco antiguo de Barcelona. Aquí tienen todo tipo de dulces elaborados en conventos por monjes y monjas de todo el país. También funciona como pequeña cafetería en la que el té es el protagonista con una buena selección. Toda una tentación... divina.

La calle Blai se está convirtiendo en una de las principales arterias del Poble Sec más gastronómico y allí se mezclan una ecléctica oferta de establecimientos de todo tipo con los placeres del paladar como nexo común. El toque árabe lo da esta tetería clásica de decoración andalusí. Es tranquila, amable y reposada. Tiene una zona de pastelería con dulces típicos árabes para completar una oferta de tés poco extravagantes pero, eso sí, muy bien elaborados.

Colorista como pocas, esta tetería es un buen lugar donde dejarse caer y no levantarse de los sofás durante un buen rato. En las paredes exponen cuadros de jóvenes artistas y en las mesas sirven tés exóticos de todo el mundo, en un viaje que podría comenzar en el Tíbet y terminar en Marruecos. Además, podréis fumar en ellos nargile, las populares pipas árabes. Son famosos los zumos y los batidos.

Cruzar la puerta de La Tetereria es como hacer un viaje a los salones de té de Shanghái de los años 30 y requiere predisposición para disfrutar de la infusión con los cinco sentidos. La tetería de Yuan Jing Jing y Ambrós Genís, también propietarios de la tienda Tetere, está especializada en infusiones de China y Japón para todo tipo de bolsillos y paladares: no falta el verde, el amarillo, el negro, el oolong, el té rojo (puh-er) aromatizado, pero Jing Jing recomienda los «encuentros inesperados» (el nombre evoca la manera azarosa en la que se conocieron ella y Ambrós en el aeropuerto de Shanghái). Tomar el té es un ritual, que comienza con la elección de la planta y continúa con la cuidadosa preparación que Jinig Jing hace para cada mesa. Optad por uno verde de vidrio suave o un ten years old, tostado y con sabor a café, y decid que lo queréis degustar en un antiguo fumador de opio. Aquí no se permiten las prisas, y quizás por eso querréis repetir la experiencia.

Si la parte animada de 'Mary Poppins', aquella donde van a parar una vez saltan sobre el dibujo en el suelo, tuviera un café, se parecería al Pudding, el nuevo espacio que ha abierto una francesa arraigada en Barcelona y que está pensado para pasar la tarde con niños. Los padres pueden tomar un capuchino con pastas o bocadillos mientras las criaturas se distraen con los libros, juegos, pizarras y iPads que están a su disposición. También organizan fiestas de cumpleaños, con bastante más estilo que las de los Rey del Burger, donde vas a parar. Os recomendamos sus tés, incluso tienen de gustos tropicales.

Una acogedora tienda de tés con una inmensa carta de infusiones. Están especializados en el té puro.

Es muy fácil hartarse del mundo, basta con salir a las calles del Gótico y sufrir los rigores de un parque temático que parece diseñado por Victor von Doom. Y cuando estás a punto de enloquecer como el protagonista de 'Shutter Island', ¡la salvación! se llama Salterio y es el mejor insecticida contra el estrés y los malos rollos de todo el barrio. Este templo supura autenticidad porque tiene raíces árabes de verdad, nada parece postizo. Basta con hacer submarinismo en el océano de proteínas que ofrece la carta –los mejores tés de Barcelona con permiso del Caj Chai– para comprobar que en el Salterio van de verdad. El abanico de infusiones también es orgiástico. Y los batidos de frutas.