Café Torino

La Barcelona desaparecida

Repasamos la historia de cuatro edificios clave de la ciudad que ya no existen

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Nos prometieron cabinas de teletransportación y tenemos el Twitter y 'revival' ochentero. Quizá esta decepción explica la ola de nostalgia por la Barcelona que ya no está. El periodista Lluís Permanyer advierte que con el espíritu conservacionista no se va a ninguna parte. Pone el ejemplo de los chiringuitos y de las industrias del frente marítimo, toneladas de material obsoleto que escondían 5 km de playa. Pero según el cronista barcelonés por excelencia, las desapariciones también han provocado empobrecimientos de patrimonio muy relevantes. Con él repasamos las edificaciones que nunca deberían haber pasado por la piqueta.

Casa Gralla

Son edificios de una personalidad extraordinaria. Como la Casa Gralla, del año 1516, que se levantaba en el cruce de Duc y Portaferrissa (hoy Portaferrissa, 25), con un claustro anexo de dos pisos. "Se derribó en 1856 en una operación urbanística, y era una de las pocas muestras de arquitectura renacentista que había en Barcelona", explica Permanyer. Entonces era propiedad del duque de Medinaceli y Puig i Cadafalch se inspiró para hacer la Casa Serra de la Rambla Catalunya. Por cosas de la vida, las piedras del claustro fueron viajando de Sant Gervasi hasta Mijas, donde el 1994 el propietario de Prosegur las compró. Volvió a montar el claustro en las oficinas de la empresa, en la Gran Via del Hospitalet, 175. En el Gòtic no queda ni el eco del recuerdo: la galería de moda Gralla Hall, que le rendía homenaje, bajó la persiana en el 2001.

Círculo Ecuestre

Más constancia queda de la primera sede del Círculo Ecuestre, en el paseo de Gràcia 38-40. "Cuando se hizo ese edificio, en 1926, se consideró que era el club más moderno de Europa. Desde un punto de vista arquitectónico, claro", aclara Permanyer. Fue uno de los edificios más señoriales de la ciudad, fastuoso y a la vez sobrio, con una fachada de mármol de 35 metros de altura. Y costó nueve millones de pesetas de la época (el salario de un barcelonés medio entonces era de 2.000 pesetas al año), y fue el receptáculo de la época dorada del aristocrático club. Todo fracasó en 1936, cuando el edificio fue ocupado primero por la UGT y después por el PSUC, que lo convirtió en el Casal Carles Marx. Los comunistas siempre han sido el coco de la aristocracia, pero ya se sabe que de la Falange no se puede fiar ni la gente de bien. Lo primero que hizo la  FET (Falange Española Tradicional) cuando entró en Barcelona fue expropiar el edificio, y el Círculo no lo puedo recuperar hasta 1947, cuando ya no tenía dinero para reformarlo ni mantenerlo. El comprador, tampoco, y por eso lo demolió. Fue la sede del  Banco Hispanoamericano, y en 2011 abrió el Hotel Mandarin. Del lujo privado al de pública concurrencia.
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Palau de Belles Arts

Tenebroso fue el destino del antiguo  Palau de Belles Arts, en el cruce de Lluís Companys i Pujades. Es "un lugar arquitectónicamente interesante pero sobre todo de significación histórica, porque fue sede de la inauguración y clausura de la Exposición Universal de 1888", valora Permanyer. Tenía una planta de aires basilicales, un gran salón con capacidad para 3.500 personas y un jardín magnífico. En 1943, muy dañado después de la Guerra Civil, fue derruido. Su sustituto hoy da pavor: son los antiguos juzgados de Barcelona, inaugurados en 1966. Los clausuraron en 2009, y hoy paseamos por delante de un gigantesco ciego -con todas las aperturas selladas con hormigón-, vigilado por un circuito externo de cámaras de seguridad. La única información que ofrece al exterior es una fila de cortinas cubiertas de roña amarillenta, en el piso superior. De hecho, es extraño que Balagueró o Collet-Serra no hayan querido grabar un 'tortureporn'. ¡43 años de pleitos municipales deben acumular mucha porquería psíquica! Quizá es porque, según me explican desde Justicia, "no tiene ningún uso porque no reunía las condiciones necesarias! Ni las tendrá, a medio plazo, pronostican. El 2006 el 'conseller' Vallès firmó el decreto de derribo, y aquí lo tenemos, decadentemente tranquilo, indultado por las alternancias de poder.

Cafè Torino

Menos miedo da pasar por delante de la joyería Tous, en el paseo de Gràcia, 18 (aunque quien deteste a estas chucherías-joya me contradecirá). Pero la tristeza sacude al viandante cuando ve el antes y el ahora. El antes era el Cafè Torino, que abrió sus puertas en 1902. Según la opinión de Permanyer, este "fue el establecimiento modernista más delicado y mejor hecho de todos". Fue un producto de un 'dream team' de arquitectos del modernismo, con una espectacular marquesina de hierro forjado y puertas ovaladas. En el interior, había un espacio decorado por Puig i Cadafalch y otro por Gaudí. Lo que pasa, según Permanyer, es que estas cámaras "no han sido tan icónicas como la fachada porque las fotografías interiores no son lo bastante interesantes". El Torino cerró en 1911, pero su importancia no es sólo patrimonial: con su hermano mayor, el Petit Torino, abierto en 1901 en Escudellers, el milanés Flaminio Mezzalama introdujo el vermut en Cataluña. Lo lamento, modernos, ninguna de vuestras neobodegas se acercará ni de coña al nivel de 'cool' del Torino.
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