Nos prometieron cabinas de teletransportación y tenemos el Twitter y 'revival' ochentero. Quizá esta decepción explica la ola de nostalgia por la Barcelona que ya no está. El periodista Lluís Permanyer advierte que con el espíritu conservacionista no se va a ninguna parte. Pone el ejemplo de los chiringuitos y de las industrias del frente marítimo, toneladas de material obsoleto que escondían 5 km de playa. Pero según el cronista barcelonés por excelencia, las desapariciones también han provocado empobrecimientos de patrimonio muy relevantes. Con él repasamos las edificaciones que nunca deberían haber pasado por la piqueta.
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Palau de Belles Arts
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