Navalcarnero, el pueblo de los trampantojos escondido al sur de Madrid

Navalcarnero es uno de los pueblos más singulares de Madrid. De hecho, forma parte de las Villas Históricas de la Comunidad, un título que solo ostenta solo una docena de pueblos bonitos y curiosos que salpican el territorio de Madrid. Situado a poco más de 30 kilómetros del centro de la capital, Navalcarnero presume de pasado medieval, con más de 500 años de historia a sus espaldas, guardando en cada adoquín y en cada arcada de su plaza porticada el encanto de la antigüedad. La plaza de Segovia (que así se llama) es, precisamente, uno de sus máximos exponentes: una plaza irregular (estilo típico castellano de la época), con edificios a tres alturas y balcones de madera. Ahí está la antigua Casa Consistorial, rodeada de restaurantes imprescindibles donde probar sus platos típicos: el asado de cordero o la olla del segador, un guiso contundente parecido al cocido madrileño. Y todo ello regado con alguna botella con D.O. Vinos de Madrid, porque Navalcarnero da nombre a una de las subzonas vinícolas de Madrid formada por 19 municipios. De paseo por la ciudad, abrid bien los ojos, porque os iréis encontrando con infinidad de murales de arte urbano en clave de Trampantojo. Estas obras de arte llevan el sello de Alberto Pirrongeli, el extremeño que durante décadas pintó los carteles de los cines que anunciaban los estrenos de la Gran Vía.