1. Rovaniemi (Finlandia)
Esperar a que Papá Noel venga a casa, baje por la chimenea (quien la tenga) y suceda la magia, es una opción. Ir hasta Laponia finlandesa y encontrarte con él cara a cara en su casa, es la otra, más ilusionante e interesante para los que nos gusta viajar. Aahí, a solo ocho kilómetros del centro de Rovaniemi (en el límite del círculo polar) está Santa Claus Village, la casa del mismísimo Papá Noel (aka Joulupukki). Un macro complejo con 10 restaurantes, 5 hoteles (incluidos los iglús panorámicos), una decena de tiendas de souvenirs y la única oficina postal oficial de Papá Noel en todo el mundo (desde su apertura ha recibido cerca de 20 millones de cartas de todos los rincones del planeta). No hay descanso, siempre es Navidad desde que Santa fijó aquí su residencia habitual en 1985. Las luces navideñas no se apagan en este lugar de peregrinación (más de 500.000 visitantes al año antes de la pandemia) para niños y niñas que todavía no han perdido la ilusión. Y eso incluye a los que ya han cumplido los 90. Abre todos los días del año, porque la ilusión no entiende de fechas.