Viajar es tiempo, pausa y serenidad, tres conceptos que en OLOM se vuelven eternos. Así es este nuevo hotel boutique de apenas 14 habitaciones que ha llegado a Cádiz desde México, como haciendo el camino de vuelta a casa en una historia que comenzó en la época de las colonias en América allá por el siglo XVIII. Y lo ha hecho sin estridencias: se oculta detrás de una fachada modesta, de cuatro alturas con balcones y pared blanca como la cal en pleno casco histórico de Cádiz, estrenando un concepto que fusiona cultura local, arte contemporáneo y gastronomía cien por cien gaditana (con guiños a los orígenes mexicanos de la propiedad). Tan mágico que es capaz de detener el tiempo en la zona más vibrante de Cádiz.
Nada es casual. Ni su nombre (OLOM) ni el de sus propuestas (Ettu, Aleph...). Detrás hay una historia que se remonta muchos siglos atrás, hasta un periodo en el que el cruce de civilizaciones dominaba el territorio y los fenicios eligieron este islote para asentar la capital de su imperio comercial (siglo VIII a.c). Todo eso es OLOM (que significa eternidad en fenicio), un homenaje a esa época de esplendor, y un deseo, el de conseguir atrapar al viajero en una escapada de un día o dos y detener el tiempo en esta ciudad eterna. Que no es Roma, sino Cádiz, la ciudad más antigua de España y la más primitiva de occidente.
No es solo un hotel, es una galería de arte
Tras una entrada sinuosa, clandestina y muy teatral (pasillos negros, telones rojos como de bambalinas y cortinas que se abren como al inicio de una función para dejar ver la catedral en el escenario), aguarda un alojamiento de trato muy familiar y cercano con tan solo 14 habitaciones (el interiorismo es contemporáneo, funcional y acogedor) convertidas en galería de arte lanzadera. Una selección de 20 artistas locales son los autores de cada una de las obras que cuelgan en sus pardes, realizadas adhoc para cada espacio del hotel y seleccionadas por un jurado experto (entre ellos el director del Pompidou de Málaga). Y no es el único guiño a la cultura: tocadiscos en cada habitación, una biblioteca de vinilos en la azotea o una sala de cine para solo ocho espectadores en un antiguo aljibe completan la sugerente oferta de ocio.
De México a Cádiz, pasando por Madrid
Así lo han querido sus propietarios mexicanos, el Grupo Origen, impulsores de este concepto de recuperación de espacios históricos, remodelando inmuebles y creando nuevos proyectos con el objetivo es dejar huella en cada lugar apoyando a lo local. En Ciudad de México son los artífices del Hotel Umbral, Curio Collection by Hilton, un alojamiento cuatro estrellas abierto en un edificio de 1930 totalmente recuperado y muy vinculado a España y su cultura: en el edificio Ermita han vivido (en diferentes épocas) desde Rafael Alberti a la artista Ana Torroja. Es por eso que, tras esa experiencia, "abrir en España era una prioridad y Cádiz la ciudad elegida por sus vinculación con México".
De la cocina de estrellas Michelin a la carta para perros
Si por algo brilla su nuevo hotel de Cádiz, el primero que el Grupo Origen abre en Europa, es por su propuesta gastronómica. Al frente de la cocina, dos maestros del sur: el chef gaditano Álvaro Vela (curtido en el decimonónico Café Royalty, un histórico en la plaza de la Candelaria) capitaneado por Luis Callealta (ex director gastronómico de Aponiente, el restaurante de Ángel León con tres Estrellas Michelin). Juntos han creado una carta gastronómica "localista y regionalista", muy de kilómetro cero, que es toda una declaración de intenciones: un homenaje a Cádiz y sus productores, con platos como las papas con choco, el chipirón relleno de retinta o la royal de atún, y a sus artesanos (los cuberteros son de piel curtida de Ubrique, sin ir más lejos). Lo mismo sucede con espléndida (y extensa) carta de vinos, decenas de etiquetas y referencias de finos y vinos de Jerez que se alejan de los tópicos más tradicionales (mucho vino de autor, rarezas y proyectos de recuperación de uvas casi extinguidas). Jorge Rodríguez, general manager del hotel, es su mejor asesor.
Dónde ir de tapeo en Cádiz
Sabiendo que OLOM se levanta en una de las zonas de tapeo más populares del casco viejo de Cádiz, su restaurante a la carta, Ettu ('tiempo', en fenicio), no es la única apuesta comestible del hotel: está el Patio, un espacio abierto en la zona trasera del hotel y a la sombra del limonero lunero, ideal para empezar el día (cualquiera puede entrar a disfrutar de su espectacular carta de desayunos digna de cualquier brunch). Y luego está Momento, la terraza a pie de calle y colada en la puerta misma de la catedral. De tarde, el plan está en su azotea Aleph ('pausa, en fenicio): un rooftop con barra de coctelería de autor junto a la piscina.
Dato curioso: cada uno de los cuatro espacios gastronómicos de OLOM (terraza, patio, azotea y restaurante) cuenta con un menú pensado para los perros. Lo anecdótico es que, sin embargo, los que no pueden entrar (aunque sin llegar a prohibirlo, en realidad) son los niños. Lo que viene siendo "un 'adults recommended' que sí admite mascotas", en palabras de la propiedad de este refugio de desconexión levantado en una de las zonas más vibrantes y bulliciosas del casco histórico de Cádiz, a caballo entre el barrio del Pópulo (la zona medieval de Cádiz y considerado el barrio medieval más antiguo de Europa) y el paseo marítimo de la ciudad. Imprescindible para una escapada.