Desde su apertura, esta tienda se ha convertido en el mejor escaparate para los anticuarios del barrio. Un dos en uno indispensable para conocer en tu próxima visita al Rastro. Y es que Plantas luego existes, que así se llama, además de tener un nombre sugerente, defiende toda una filosofía de vida. Por eso solo hay plantas. "Flores cortadas no, me gusta la idea de vender vida", nos comenta Javier, su propietario. Y además, exóticas, con algunas variedades raras de las que no se ven todos los días ni en todas las floristerías. Algo así como "plantas de coleccionista, es que hay mucho frikismo en este mundillo", como la tropical Philodendron Burble Marx Variegata, los ficus, el ave del paraíso o las gigantescas Strelitzias. Además de cactus y suculentas, que no pueden faltar.
Y como decía al principio, todo el interiorismo de la tienda lleva el sello del Rastro, convirtiendo a la tienda en un anticuario más de la zona: mesas de nogal del siglo XIX, gabinetes médicos de los 60, mesas de hierro para jardín... Y todos los muebles están a la venta. "Además se venden muy rápido". Conviven en perfecta sintonía y armonía con cada una de las plantas que hay en el local, tan amplio y tan alto (los techos están a más de tres metros de altura), que tiene espacio de sobra para otras cosas. Las paredes son como una galería de arte improvisada, con obras de artistas del barrio. La sala central, un escenario improvisado para conciertos los jueves y viernes por la noche. Y al fondo, una mesa acondicionada para talleres semanales de cuidado de plantas y otros consejos para que cualquiera pueda hacerse cargo de las suyas en sus propias casas. Si no se ve capaz, esta tienda tiene servicio de guardería, algo que surgió de manera inesperada (y pionera en la ciudad) y se ha convertido en uno de los principales reclamos.