Hay una juguetería en el barrio de Las Letras que es como un oasis de valores: Kamchatka. Y si nos gusta es porque prioriza el sentido original del juego: el aprendizaje. También nos encanta el hecho de que aquí no clasifican los juguetes ni por edad ni por sexo. Pero lo que sin duda nos ha enamorado es que estos son “juguetes con alma, no sexistas, no bélicos, ecológicos y con los que el niño se sienta protagonista, no un espectador", nos comenta Nathalie, su propietaria. Desde un punto de vista más pedagógico, su principal motivación es que todos sirvan para “crear conexiones neurológicas, socializar y establecer vínculos”, comenta. Todo lo contrario a lo que parece que hace una tablet o un smartphone cuando se utiliza a una edad temprana. “Entre cero y tres años supone demasiados inputs que un niño tan pequeño no puede procesar”, afirma. Por eso no los podemos encontrar en su juguetería. Lo que sí encontramos son circuitos de trenes, comiditas de tela o bloques de construcción de madera, como el Kapla o el matemático SumBlox, en los que “el juego siempre se impone ante cualquier prejuicio”. Ojalá los adultos del futuro sean los niños que hoy juegan con Kamchatka.
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