Ni los neoyorquinos son capaces de resistirse a los trofeos ecológicos, sostenibles y de diseño que fabrica este artesano extremeño afincado en Malasaña. Su tienda taller -en realidad es una antigua cochera- es como un museo de las tradiciones convertidas en arte muy del siglo XXI, donde solo trabaja con materiales naturales, como el esparto trenzado con el que crea las cabezas de animales, y el mimbre de sus espejos, también icónicos al otro lado del Atlántico. Así es como ha recuperado los oficios de antaño, el de espartero y cestero, trayéndolos hasta el momento presente, hasta convertirlos en una de las tendencias de decoración más interesantes del momento.
Su estilo ha gustado tanto, que se lo rifan en el extranjero (desde Los Ángeles, donde ha sido embajador de la artesanía latina, a Japón, de donde no paran de hacerle pedidos, o París, siendo imagen de los escaparates de Loewe). Y no son pocas las imitaciones que se pueden encontrar por ahí, pero ninguna tiene ni el carácter artesano ni original de las suyas. Javier nos contó hace tiempo que soñaba con tener una finca en la dehesa extremeña para compartir la experiencia de su artesanía en formato 360; por el momento ya tiene una en el norte de África donde organiza viajes experenciales y de retiro. Además, en su casa-taller de Madrid imparte cursos para madrileños, asiáticos y muchos americanos (que vuelan hasta Madrid para pasar un fin de semana con él). Y dice tener tiempo para crear "un circuito internacional para dar visibilidad a otros artesanos" del mundo. Y todo sin dejar de dar puntadas a sus trofeos, con tanto éxito por ahí que se los quitan de las manos: para conseguir una tendréis que esperar algo más de un mes, porque estas cabezas tienen lista de espera. ¿Quién se apunta?