¿A qué huele un hogar en el que uno se siente a gusto? A serenidad, a nostalgia, a infancia, a pueblo. A lo cotidiano. Como aquel jabón perfumado de lavanda que utilizábamos en casa de la abuela, o los platos esmaltados donde comíamos sopa, o aquellos vasos de cobre en los que bebíamos el agua fresca en verano. Recuerdos que de pronto vuelven a la memoria nada más cruzar el umbral de González & González, un comercio con alma y aspecto a aquellos de toda la vida que ha abierto sus puertas en el corazón de Chueca.
Gracias a Rosa y Javier, sus jóvenes y extremeños propietarios, lo mejor del pueblo se ha trasladado hasta la ciudad. Y lo han metido todo entre las cuatro paredes de su pequeño local de la calle Pelayo, reconvertido en casa con aroma a limpio y estética mediterránea, en el que hay muchas más cosas de las que parece. Y ninguna superflua, porque si algo tienen claro esta pareja de emprendedores es que todo lo que entre por su puerta tiene que ser genuino, atemporal y funcional. Desde la cosmética y los productos de higiene personal, hasta los de hogar, el menaje de cocina y los utensilios de limpieza más tradicionales.
Es así porque durante el tiempo que han estado viviendo fuera, en el extranjero, se dieron cuenta de lo mucho que echaban de menos las cosas que más utilizaban en su día a día. A su regreso, instalados ya en Madrid, les pasó algo parecido: no localizaban cosas tan básicas para ellos como su jabón diario. Y así comenzó esta experiencia de recopilación en la que se ha convertido su tiendita González & González.
Por suerte, les encanta viajar, y no han tenido reparo en desplazarse hasta allí donde está el origen de todo. Han ido hasta Marsella en busca del jabón de lavanda, y se han traído el que fabrica Marius Fabre desde el año 1900; han viajado hasta Londres para localizar el menaje de hierro esmaltado en blanco con perfil en azul, porque allí está la fábrica pionera, Falcon, una casa centenaria que lleva haciendo estas vajillas desde 1920; de Francia se han traído cristalerías de La Rochère, la más antigua, en pie desde el siglo XV; en Oporto han localizado la pasta dentífrica Couto, creada en los años 30 y entre cuyas cualidades se encuentra la de no contener ni gota de sulfato de sodio; y han ido hasta Japón para conocer las teteras esmaltadas que más fama de duradera tienen desde hace más de 80 años, Noda Horo. No saben cómo, pero consiguieron convencer a los propietarios para que las exportaran a España, algo que no habían hecho nunca antes.
Pero hay mucho más: cestas tradicionales de Lituania utilizadas para ir a setas, bolsos hechos en junco de manera artesanal por Toino Abel en Portugal, crema de manos hidratante de leche de oveja hecha en Alemania o un cepillo de madera exfoliante de baño originario de Suecia, hehco a mano desde 1800. Pieza que, por cierto, es una de las más vendidas de toda la tienda, con el permiso del aplique color bronce, un casquillo de latón que diseñaron ellos mismos para iluminar las estanterías del local y ha tenido tanto éxito, que se han visto ‘obligados’ a producirlo. Les ha pasado lo mismo con unos vasos de cobre, un porta velas, unos vasos de barro… y casi sin quererlo, han visto como su propia línea de productos comenzaba a ser una realidad. Y no paran. Porque como buenos extremeños, tienen alma de conquistadores, y están dispuestos a conquistarnos a todos con sus reliquias marcando tendencia.